El entendimiento del Vacío 4.71/5 (7)

El entendimiento del Vacío es un requisito indispensable para el logro de la Iluminación. Esta última acontece cuando el buscador se pone en contacto con la Realidad tal cual es y reconoce su naturaleza verdadera.

La Doctrina del Vacío afirma que nada existe en forma absoluta, independiente y permanentemente, y que la dificultad para liberarse de las ataduras de la vida condicionada consiste en la ignorancia acerca de la Realidad y su confusión con la ilusión que tenemos acerca de ella. En otras palabras, al percibir, vemos el mundo como constituido por objetos que parecen estar separados unos de los otros y con independencia unos de los otros. Cuando nos vemos a nosotros mismos lo hacemos en forma similar: consideramos que poseemos un yo con existencia independiente, permanente y absoluto. De la misma forma que “cosificamos” a los objetos, nos “solidificamos” a nosotros mismos y esta percepción erronea es la causa de nuestra permanencia en un estado de falta de libertad y ausencia de sabiduría.

En cambio, si reconociéramos que tanto los objetos como nuestro yo aparecen como absolutos porque así los percibimos, pero no porque así lo sean, nos liberaríamos Lograr el Vacío y su percepción consiste en quitar los velos y los errores de la percepción tanto del entorno como de uno mismo. El Vacío se refiere a la ausencia de filtros de la percepción, lo que permite ver la Realidad tal y como es.

La Realidad es que todo es interdependiente, cambia de momento a momento y nada tiene existencia absoluta. Desde el punto de vista de la Realidad no existe nada a qué apegarse y, por lo tanto, nada que pueda provocar sufrimiento. Este último ocurre como consecuencia de nuestros apegos y éstos acontecen como resultado de la consideración de pérdida. Sufrimos cuando sentimos que nuestro yo está en peligro de ser dañado o destruido, porque consideramos que nuestro yo tiene existencia inherente y es sujeto a la muerte. La ausencia de sufrimiento resulta de la ausencia de apego y ésta es consecuencia de la inexistencia. En otras palabras, al reconocer que nuestro yo no posee existencia absoluta, no existe temor alguno de perderlo, puesto que lo que no existe no es susceptible de ser perdido.

 

La Doctrina del Vacío trae como consecuencia la liberación, precisamente por la razón anterior.

Sabiendo que todo está Vacío de existencia absoluta, que todo cambia y que todo es interdependiente, no puede existir apego, ni temor de destrucción, ni muerte, puesto que no puede morir aquello que nunca ha nacido.

Libro: Fluir en el sin yo: Jacobo Grimberg

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