Alguien me pidió que hablara sobre “La ley de causa y efecto”. En realidad, nunca hablamos de estas cosas porque pertenecen a una escala relativa. Hablamos de la realidad absoluta. La unidad última. Pero aun así, si somos conscientes de que somos el cuerpo y la mente, caemos bajo las leyes del karma, o de causa y efecto. Por lo tanto voy a hablar brevemente acerca de estas cosas, ya que ayuda.
La causa y efecto existen debido al tiempo y al espacio. Si no hubiera tiempo y espacio, no habría causa y efecto. En realidad no existe el tiempo y el espacio y no hay causa y efecto. Pero en el mundo relativo existen.
La causa y efecto es otro nombre para la ley de retribución —lo que siembras cosecharás— o la ley del karma. Y mientras estás bajo esa ley, tienes que tratar con el Dios de esa ley. Ese Dios se llama Ishvara en hindú, Jehová en la religión hebrea, Alá en la religión mahometana, y por muchos otros nombres.
Esos dioses existen siempre y cuando creas que eres el fenómeno cuerpo-mente. Y lo mismo ocurre con la causa y efecto. Para cada acción hay una reacción igual y opuesta. Esa es la ley de la física. Es lo mismo que la ley de causa y efecto. Todo lo que haces tiene una consecuencia, no hay escape de ella. A menos que te gires hacia dentro y ya no reacciones a nada. Entonces trasciendes la ley y eres libre. Pero mientras seamos todavía conscientes del cuerpo, estamos bajo esa ley.
Así es como funciona. Si quieres cultivar naranjas y no sabes nada acerca de semillas, podrías tomar una semilla de un limón, sembrarlo en el suelo y esperar a que crezca un naranjo. La causa es la siembra de la semilla de limón y el efecto, el árbol limonero. La semilla se siembra en la tierra. La tierra es tu mente y las semillas son tus pensamientos. Y el efecto es el resultado que se obtiene de la siembra de semillas. Así que uno siembra una semilla de limón y crece un limonero. Pero luego te pones a llorar y gritas: “Yo quería naranjas”, y dices: “Exijo naranjas”. Y coges una rabieta, te pones histérico. A nadie le importa. Sembraste las semillas y esto es lo que estás recibiendo como resultado, limones. Por supuesto, siempre puedes hacer limonada, pero querías naranjas. Entonces, ¿por qué sembraste una semilla de limón? No lo sabes. Quizás sembraste una semilla de limón en una vida anterior. Creaste la causa en ese momento. Y el efecto vuelve ahora a ti después de muchas vidas, no como un naranjo, sino como un limonero. Y aún gritarías, “¿Por qué planté semillas de limón, si yo quería naranjas en su lugar?” Lo mismo ocurre cuando vemos cosas que no entendemos. Por ejemplo, cuando Mahatma Gandhi murió, le dispararon, ¿por qué un hombre tan honorable como él recibiría un disparo? Las últimas palabras que dijo a su atacante fueron: “Te perdono y te doy las gracias hijo mío”. Porque se daba cuenta de que en alguna otra vida había puesto en marcha la causa. Y este era el efecto que él recibía. Esto es lo que se llama “Karma Retardado”.
Luego está el karma instantáneo. Como cuando pisas el borde de un rastrillo. Cuando pisas un rastrillo, ¿qué sucede? Te golpea en la cabeza. Eso se llama karma instantáneo. ¿Quién se hace cargo de este karma? El Dios del karma es Ishvara, Alá, Jehová. Él es quien distribuye el karma que vas a experimentar en cada vida.
Tomemos otro ejemplo. Henry me invita a su casa. Entro en su casa y me voy al frigorífico, y digo: “¿Qué hay para comer?” Y le como todo lo que tiene en la casa. Entonces le digo a Henry ¿me prestas tu coche? Y Henry que es un buen chico me dice, “claro”. Así que tomo prestado el coche y destrozo su coche. Le rompo los faros, el parabrisas y lo vuelvo a aparcar como si nada hubiera pasado. Y Henry que es un buen chico, no dice nada. Entonces le digo: “Henry ¿me puedes prestar quinientos dólares?” Así que Henry que es un buen chico dice: “claro”. Y yo sin esperar nunca devolvérselo, tomo el dinero. Ahora, ¿qué sucede?
Al no reaccionar, Henry se convierte en neutral. Cuando eres neutral, no acumulas karma de nuevo. Has terminado con esa parte de tu vida. Cuando reaccionas acumulas karma. ¿Qué me sucederá? Tendré que experimentar el efecto en algún momento, de alguna manera, de lo que le he hecho a Henry. Tiene que volver a mí de alguna manera. Tal vez no en esta vida, pero volverá, no hay escape. Por eso, cuando vemos ciertas cosas en la vida que no entendemos, no debemos juzgar, porque todo está desarrollándose como se supone que debe hacerlo. Todo está bien y todo se desarrolla como debe.
Otro ejemplo. La gente va en busca de un Satguru, un maestro. Ellos van a todas las personas que pueden encontrar. ¿Y qué es lo que hacen? Tratan de aprender todo lo que pueden. Maman del Satguru hasta dejarlo seco. Tratan de absorber todo su conocimiento. Pero ¿le dan sus corazones? ¿Se entregan a él? ¿Cuidan de él? ¿Hacen algo por él? La mayoría de los occidentales no. Ellos sólo vienen a tomar, pero no a dar de sí mismos o cualquier otra cosa. Y cuando han escuchado lo suficiente se van a alguien más y hacen las mismas cosas. Así veinte años pasan, y luego se preguntan por qué no han hecho ningún progreso. La vida es algo recíproco. Ambas partes tienen que dar y luego se funden en una. Pero si una parte da y la otra parte toma caen bajo la ley de causa y efecto. Y consiguen exactamente lo que dan.
Aquí está otro ejemplo. Decidí que mañana voy a robar el Security Pacific Bank. Así que llega mañana y escribo una nota y la nota dice: “Tengo 25 granadas de mano, un bazoka y una ametralladora en mi bolsillo, denme inmediatamente quinientos mil dólares o vuelo el banco”. Lógicamente quien lee la nota está asustado, y me da los quinientos mil dólares. Y me alejo sin problemas, nadie me atrapa. Voy a Canadá. Pasan diez años. Entro en los negocios y tengo éxito, pero luego algo sucede y los recaudadores de impuestos vienen tras de mí. Hay un gravamen de impuestos de todos mis tratos con mi negocio y les debo quinientos mil dólares, que ellos recuperan de mí. Me voy a la quiebra y estoy de vuelta donde empecé.
¿Veis cómo todo se desarrolla? No hay errores. La ley se cumple. La única manera de escapar de esa ley es no reaccionar a cualquier cosa que viene a ti. Porque todo lo que te sucede es de naturaleza kármica. Si reaccionas, tú mismo estás creando más karma y estás acumulando más karma. Si te das cuenta de que no eres el fenómeno cuerpo-mente, llegas a ser totalmente libre y absuelto y emancipado. Y ya no hay más un ir y venir para ti. Te vuelves totalmente libre.
Básicamente, así es como funciona. ¿Alguna pregunta sobre esto?
SD: Tengo una pregunta, tal vez podría darnos algunos consejos sobre cómo no reaccionar, puesto que parece tan difícil.
R: Es muy sencillo, cada vez que te enfrentas a un reto o a un problema, actúa pero no reacciones. ¿Cuál es la diferencia? Cuando actúas eres espontáneo. Haces lo que hay que hacer, y se acabó. Cuando actúas planeas deliberadamente lo que vas a hacer. Cuando reaccionas los pensamientos tienen que venir a ti. Y los pensamientos tienen miedo, ira, celos, cólera, frustración, venganza, lo que sea y luego reaccionas. Pero cuando actúas no hay pensamiento. Simplemente lo haces y se acaba y sigues con tu vida. Esa es básicamente la diferencia.
SD: Entonces ¿qué pasa con las emociones, quiero decir, reaccionamos a las emociones?
R: Es lo mismo. Tu mente no conoce la diferencia entre un pensamiento y una acción. Tú sí. Así que cuando estás planeando matar a alguien, tu mente cree que ya has actuado y lo has hecho, incluso si nunca lo llevas a cabo. Y eso acumula más karma para ti. Los pensamientos son cosas.
Por ejemplo, la mente no conoce la diferencia entre un cáncer y un resfriado. Pero tú crees que el cáncer es mortal y un resfriado se pasa rápido. Así que si coges un resfriado, el sistema hará que pase rápido. Pero si tienes un cáncer, el sistema considera que es como la muerte. Por lo tanto viene el miedo, viene la preocupación y finalmente mueres. Pero tú has puesto en marcha la causa por tu creencia, así es como funciona. Así que los pensamientos y las acciones son lo mismo. No hay diferencia.
Robert Adams
Advaitainfo.com