El monismo es la filosofía de la unidad (del griego moné: sólo, único). Sostiene que la diversidad infinita del mundo fenoménico es sólo aparente.
Hay una realidad última que es la fuente de todos los fenómenos, de la cual son su manifestación y a la que vuelven al cesar. Todas las olas surgen del océano, están hechas del agua del mismo océano y a este vuelven al cesar.
Parece que hay muchas olas, pero en realidad sólo existe el océano interactuando (jugando) consigo mismo. El ignorante sólo ve las olas, la multiplicidad, la visión del sabio está dominada por la unidad.
A lo largo de la historia grandes filósofos y escuelas han sostenido diferentes variantes del monismo, en función de la mayor o menor amplitud y profundidad de sus experiencias personales: Heráclito, Plotino, Spinoza, Berkeley, Fichte, Hegel. En la India aparece ya en muchas de las más antiguas Upanishads y será sistematizado en los Brahma Sutras de Badarayana (Vyasa), la obra fundacional del Advaita Vedanta. Grandísimos maestros védicos como Gaudapada y Shankara desarrollarán profundamente sus ideas. Aparecerá también en otras escuelas como el Shaivismo de Cachemira y en el filósofo budista Nagarjuna. En China su máxima figura es Lao Tzu, el fundador del taoísmo.
Para comprender este texto debemos colocarlo en un contexto más amplio que nos permita apreciar la amplitud del desarrollo humano. Repasemos ahora la descripción del desarrollo de los estados superiores de la conciencia en la tradición védica.
La conciencia pura es el cuarto estado de conciencia, más allá de la vigilia, el soñar y el dormir profundo. Se caracteriza por una alerta total, pero sin actividad mental. La conciencia no experimenta ningún objeto externo, sino que se experimenta a sí misma. La conciencia es auto-referente: es sujeto, objeto y proceso de conocimiento. Descubre entonces que es por naturaleza trascendental, inmutable, inmanifiesta, simple, perfectamente ordenada, auto-suficiente, plena, etc.
Este estado parece estar asociado con una serie de parámetros neurofisiológicos que están siendo investigados en las últimas décadas: suspensión espontánea de la respiración, una alta coherencia en el EEG y un estado metabólico de máximo descanso. La experiencia regular y repetida de la conciencia pura es la base sobre la cual se desarrollan los demás estados superiores de conciencia. A través de la repetición de la experiencia de la conciencia pura (trascender, meditación) y su alternación regular con los otros tres estados excitados, el sistema nervioso es cultivado gradualmente. Más y más de la conciencia pura comienza a mantenerse durante los estados de vigilia, soñar y dormir.
Con el tiempo la conciencia pura se estabiliza permanentemente durante la actividad, este es el quinto estado. Coexiste entonces como el sustrato permanente sobre el cual se suceden los estados cambiantes y relativos de la existencia: vigilia, soñar y dormir. El sujeto realiza que su verdadera identidad es la conciencia pura y experimenta su propio yo como diferente del mundo fenoménico: mente, cuerpo, medio-ambiente. La ignorancia del yo ha llegado a su fin, ninguna experiencia relativa es capaz de oscurecer la naturaleza luminosa, serena e inmutable de la conciencia pura. El yo se ha liberado definitivamente de la influencia esclavizante de la acción. En este estado el individuo experimenta los valores absoluto y relativo de la existencia, por ello la tradición védica lo llama conciencia cósmica.
Cuando la conciencia pura está definitivamente estabilizada, el progreso debe continuar en la experiencia del mundo relativo. A partir del quinto estado la percepción se refina más y más. El sujeto es capaz de percibir los niveles más sutiles, más profundos del objeto de experiencia. Este refinamiento de la percepción trae consigo una mayor apreciación del mundo y es impulsado por un desarrollo de los sentimientos más elevados. Finalmente el sujeto es capaz de percibir directamente todos los niveles relativos del objeto, desde el nivel más superficial al más profundo. Este es un sexto estado llamado conciencia divina.
En conciencia divina todavía existe una tenue separación entre el yo y el objeto, una cierta dualidad. Todavía es posible un paso más en el desarrollo de la conciencia hacia un séptimo estado: conciencia de unidad. Todos los fenómenos relativos son la manifestación del Campo Unificado, el valor absoluto de la realidad subyace a todos fenómenos. Al experimentar el aspecto absoluto del objeto, el conocedor descubre que todos los fenómenos son olas en el océano del Absoluto que es también mi propio ser. Todo está unificado, el objeto y el sujeto son uno. Al conocer el objeto descubro en él mi propio yo, todo el universo está contenido en mi propio ser ilimitado. Las Upanishads describen así este estado: “Yo soy Brahman, tú eres Brahman y todo esto es también Brahman”.