La verdadera humanidad se realiza plenamente cuando yo reconozco la diferencia entre mi apariencia, mi funcionamiento ahí fuera periféricamente como un ser humano, y la Fuente Aquí, que no es humana.
Yo creo que Jesucristo, que claramente veía que él era uno con el Padre y era perfectamente consciente también de que era el hijo de un carpintero, realizó este ideal. Él era un ser humano real debido a que había logrado poner en orden ambos polos de su ser.
Douglas Harding
Muchos siglos de sistemas de creencias nos han enseñado y condicionado tan bien que hemos dejado de estar en contacto con eso que es infinito. Hemos inventado filosofías, religiones y técnicas espirituales para que nos ayuden a avanzar en esta dirección, y ha habido profetas y gurús que señalan el camino de vuelta a casa. Cuando nos damos cuenta de que el infinito está por todas partes, es posible que entendamos que todas estas historias pueden ser ventanas a una visión más amplia, pero también es posible que veamos que no necesitamos nada de eso. No hay nada que averiguar que no esté ya aquí y ahora. Lo único que hay es conciencia de lo que es, y eso es suficiente. Esa conciencia es exactamente lo que somos. No está en otra parte. Cristo dijo: “El Reino de los Cielos está dentro de vosotros”, y es ahí exactamente donde algunos profesores dicen que deberíamos mirar, dentro de nuestro propio ser. Eso no significa en algún lugar dentro del cuerpo, del corazón o del alma, pues este Ser no puede ser localizado. Una vez que reconocemos que el Reino no tiene fronteras, nos damos cuenta de que “dentro de nosotros” significa por todas partes, porque la Luz está en todas partes. Hemos aprendido a identificarnos con nuestra persona, pero eso no es más que un concepto mental. Somos seres que hemos olvidado que somos.
Jan Kersschot
“Hágase tu voluntad y no la mía”, suele decirse. Es una cita de las palabras de Jesús. Su significado es: que se cumpla la Voluntad Suprema y no mi deseo personal.
¿Cuál es la voluntad del silencio? Ser silencio. De eso se trata.
Furia del Lago
El amor ha de ser, para ser verdadero, la espontánea atracción a la unidad que somos. No estamos separados y por eso no podemos considerar a nada ni a nadie separado, nada está fuera, –de la consciencia- nada es opuesto ni lejano, nada es enemigo. Jesús, según los evangelistas, hablaba a partir de esta comprensión. Decía que había que amar a los enemigos, a los que nos ofenden. Así se rompe el condicionamiento mental de los opuestos, de querer a los buenos y odiar a los malos. Se rompe la dualidad en el amor sagrado, o lo que es lo mismo, al romper la dualidad del pensamiento, por sabiduría irrumpe el amor sagrado.
Consuelo Martín