La búsqueda de la Iluminación 5/5 (3)

Has imaginado ser un cuerpo, y en esta imaginación estás intentando frenéticamente encontrar el secreto de la liberación del cuerpo. Quizás has estudiado las tradiciones espirituales orientales, o quizás has estudiado las tradiciones espirituales occidentales. Quizás has estado involucrado en ciertas actividades de adquisición. Todas estas actividades de hacer para conseguir están relacionadas con la liberación de tu cuerpo.

Tu cuerpo no puede ser liberado. Tu cuerpo está condenado a la desaparición. Tu cuerpo está ligado al nacimiento, el hambre, la enfermedad, la muerte, la genética y el entorno. Sin embargo, si vuelves tu rostro a aquello que impregna tu cuerpo, a aquello que rodea tu cuerpo, a aquello en lo que tu cuerpo surge, a aquello por lo que surge y a aquello a lo que vuelve, encuentras la libertad misma. Este encuentro es liberación.

La gente al principio viene a la búsqueda espiritual desde una idea egocéntrica acerca de lo que conseguirá. El inicio de la búsqueda espiritual es el aspecto positivo del ego: Estoy cansado de sufrir, quiero ser feliz, oigo que la felicidad es la meta espiritual. El pensamiento quiero ser feliz viene de un ego desarrollado, un ego funcional e integrado.

Con coraje y guía surge ahí la resolución de dar la espalda a las fuerzas que apoyan la ignorancia y volverse hacia las fuerzas que apoyan la iluminación. Todo esto es inconmensurablemente importante.

El concepto de iluminación proviene del reconocimiento o de la comprensión intuitiva ¡Dios mío, He estado viviendo en la ignorancia!. Quiero abandonar la ignorancia. Este reconocimiento es un momento de evolución en una vida.

La búsqueda de la iluminación toma innumerables formas. Quizá primero es el intento de seguir los códigos y prácticas de la religión. Normalmente después viene el intento de quitarse de encima ese código de la religión y vivir bajo un código personal. Puede haber la esperanza superficial de que
vistiendo o actúando como lo hacen los budistas o los hindúes o los sufís algo de sus logros se transferirá. De cualquier manera en que hayas intentado alcanzar la iluminación, continuamente has llegado a lo que parece ser un callejón sin salida. En este punto, más que experimentar un verdadero final, normalmente empiezas la búsqueda de nuevo, con un código o una religión diferente, o con una rebelión hacia todos los códigos y religiones.

No puedes encontrar la verdadera felicidad haciendo algo. Puedes experimentar momentos de felicidad, ciertamente. Pero para reconocer que eres aquello que es felicidad debes abandonar todos los vehículos de escape. El final debe ser experimentado. Toda cosa debe ser abandonada.

¡Qué sorpresa darse cuenta de que la verdadera felicidad requiere soltarlo todo!

Para recibir el logro final, debes dejar de intentar conseguir algo. La idea de tú debe terminar. Cuando abandonas la idea de la iluminación te das cuenta de aquello a lo que apunta la idea de la iluminación.

Si puedes ver que lo que pensaste que querías no te ha dado lo que realmente quieres, entonces estás preparado. Estás maduro. La madurez tiene poco que ver con la edad o la educación o la práctica espiritual. La madurez refleja la inteligencia implacable que hay en decir la verdad.

La verdad es que no importa cuánto hayas disfrutado tus relaciones y circunstancias, esas cosas no te han dado plenitud duradera.

Este reconocimiento es un despertar brusco, una desilusión. Hasta que sucede la desilusión deambulas por la vida en un estado como de trance, intentado atrapar las cosas que quieres y rechazar las que no quieres en la esperanza de recibir felicidad.

A través de la desilusión y de un decir la verdad implacable, puedes realmente descubrir lo que verdaderamente quieres.

Si por suerte lo que realmente quieres es la verdad eterna, entonces ten el coraje de dejar de buscar en ninguna cosa la verdad eterna. Tanto si buscas en cosas mundanas como filosóficas o espirituales, simplemente deja de buscar.

Cuando dejas de buscar puedes descubrir la verdad eterna. Toma menos de un instante.

Eres muy afortunado si tienes el deseo por la verdad, pero en tu búsqueda de la verdad, lo que es buscado es una imagen, o una idea, o un concepto basado en lo que te han enseñado, en lo que has leído en algún lugar, en lo que has imaginado que es, o en lo que recuerdas por algún atisbo en el pasado. Estas son todas cosas mentales. Puede que sean cosas hermosas, pero incluso los conceptos más sutiles siguen siendo cosas.

El gran regalo ofrecido por mi Maestro, Poonjaji, y por su Maestro, Sri Ramana Maharshi, es la instrucción de permanecer aquietado. No mirar hacia la mente como el punto de referencia de quien tú eres.

¿Qué puede ser dicho acerca de lo que se revela en la quietud? Se ha dicho mucho que apunta hacia ello. Nada se ha dicho que pueda tocar la verdadera revelación. Palabras como “infinitud”, “eternidad”, “gracia”,
“ser”, “verdad”, “Dios”, todas apuntan a aquello que es revelado en la quietud absoluta. Sin embargo, si el momento es concebido como alguna cosa, entonces la revelación también apunta lejos de la verdad.

Aquello que eres no es tocado por ninguna idea de ignorancia o iluminación. Mientras el concepto de iluminación apunta a la libertad y a la verdad de tu ser, si te enganchas al concepto pasas por alto lo que estaba presente antes incluso de que oyeras la palabra. Pasas por alto lo que está presente cuando tu cuerpo está en el estado de sueño más profundo. Pasas por alto lo que permanece cuando tu cuerpo hace mucho que se ha ido.

Llega un instante en el que por alguna gracia milagrosa y misteriosa quedas mudo de todos los conceptos, todas las palabras, toda búsqueda, todo esfuerzo, toda identificación. En ese momento, un instante fuera del tiempo, te das cuenta de que quien realmente eres no ha sido nunca tocado por ningún concepto.

Este instante mismo de realización es, de hecho, aquello a lo que el concepto de iluminación apunta.

Gangaji.

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