La principal dificultad al definir la iluminación es que lo hacemos desde las gradas y no desde el terreno de juego. La misma persona que ve el partido de fútbol por televisión y dice «Si yo estuviera ahí, ya habría marcado gol», es la que no puede disciplinarse para hacer ejercicio tres veces por semana y no puede lanzar el balón ni a cinco metros. Intentamos definir la iluminación desde una perspectiva subjetiva y conceptual, pero carece de referencia objetiva o experiencial. Lo que pensamos de la “iluminación” es una idea creada por nuestra imaginación. La iluminación es una fantasía.
La fantasía más generalizada acerca de la iluminación es que se trata de una libertad del sufrimiento, de la trascendencia del dolor y la lucha, el país de leche y miel, un estado constante de amor, gozo y paz. La iluminación representa el sueño colectivamente compartido de un mundo idealizado y perfecto, de pura belleza y puro goce. No es sólo una fantasía de la Nueva Era, es el deseo secreto de todo el mundo. Es nuestro deseo compartido de salvación. Pero es sólo una fantasía.
Si estás pensando que una vez te ilumines, la vida será un estado dichoso, feliz, puro, luminoso, ininterrumpidamente, yo que tú no seguiría con esa idea. Vivimos pensando: «Si pudiera despertar, mis problemas se resolverían». Pero no es así.Lee Lozowick
Es preciso que hagamos frente a nuestras proyecciones y fantasías acerca de este misterioso “estado”, para poder seguir con nuestras vidas espirituales de una manera realista.
Mariana Caplan – Libro: A mitad camino de la iluminación