Es sólo debido a tu ignorancia que todo este mundo existe. En realidad, solo tú existes. Aparte de ti no hay nadie dentro o fuera del samsara.
― Ashtavakra Gita
Podríamos preguntarnos por qué los seres humanos tienen “tendencia” a la ignorancia, al error perceptivo, a creer que la Maia es real. Sin embargo, esto no es así por un motivo por demás sencillo: no existen los seres humanos. Cuando sientes la no dualidad fundamental de Todo te das cuenta que tú no existes, de que tú eres la unidad total y no el “tú” individual que creías ser. Por supuesto, esto anula la existencia de cualquier ser o cosa individual del Universo y el Universo mismo. No existen muchos seres confundidos o víctimas de sus egos sino solamente tú, con tu confusión o tu comprensión. Entonces, no hay tendencias en los seres humanos.
Todo el mundo que vemos, el cual es necesaria y devastadoramente inexistente, sí que tiene leyes, tendencias, dirección. En este mundo hay leyes kármicas, hay leyes físicas, hay devenir, hay cambio. ¿Por qué las personas en este mundo tienen la tendencia a no ver, a dejarse llevar por la ilusión? Visto desde la no dualidad no tiene sentido la pregunta, como ya lo dejamos claro. Visto desde la dualidad podríamos atinar a varias respuestas. Una de estas es, por supuesto, que hay una cultura (o modo cultural) que apoya esta ilusión y, a través del tiempo, se perpetúa en las personas. Se podrían plantear cientos de explicaciones desde esta última perspectiva, como es tan propio del pensamiento o razonamiento dual.
Pero volvamos al punto álgido y doloroso de la cuestión. No existe ni nunca ha existido “alguien”. No hay una historia de seres que hayan buscado el Conocimiento o la iluminación o que hayan hecho cualquier cosa. Todo lo que has escuchado de ellos ha sido dentro de un sueño, dentro de una ilusión, ellos nunca han existido ni toda su historia. Tus ancestros o tus descendientes nunca han existido o existirán. Ciertamente, nadie ha existido jamás, incluyendo cualquier ser o cualquier cosa.
No podrías tener interés en que nadie se entere de esto porque sabes que cualquiera que halles será solo “un fantasma”, una proyección. Sería como tratar de convencer, ayudar a un personaje de una película que estés viendo. Tu camino pareciera ser en solitario, no hay compañeros de viaje ni viaje alguno.
Aparentemente significa que estás solo, no hay nadie viviendo, sufriendo, gozando, soñando, caminando… Todo lo “ves” pero no existe, es una ilusión. El asunto aquí es quién es el que ve todo esto. En verdad, tú tampoco existes, por lo menos no como ser individual, no como individuo. Entonces tú no eres una persona, eres un “algo” que presencia una ilusión. Ese algo es un algo sin las características de lo que vemos, porque ese algo “vive” más allá del mundo que vemos, no pertenece a la misma categoría. Mientras que lo que vemos tiene una característica esencialmente dual (dividida), aquello tiene una característica esencialmente no dual, o más bien, es la no-dualidad.
Esto es devastante para la mayoría, esto es demasiado para muchos buscadores del Conocimiento. Llegando a este punto pareciera que todo pierde sentido y, por supuesto, que así es. Esta pérdida total de sentido, sin embargo, es un manantial de donde brota tranquilidad y amor para quien reconoce o es consciente de esa no-dualidad. Todo el mundo aparente deja de ser juzgado al ser considerado desde su inexistencia. Si podemos darnos cuenta de que estamos soñando mientras dormimos, logramos tener un control sobre ese sueño, y ese sueño se convierte en verdaderamente nuestro, a la manera de un hijo de nuestra sangre. Aún sabiendo que es un simple espejismo reconocemos que es nuestra creación, de aquí el amor.
La tranquilidad obviamente brota de que no existen amenazas, confusiones ni nada semejante en esta vida inexistente. No hay búsqueda alguna ni buscador, no hay movimiento ni cesación de movimiento. Todo es como es y punto, intransigente en su perfección, incontrovertible en su inmutabilidad. Pero su perfección es Amor, se realiza como Amor, Amor nacido del auto reconocimiento.
Nunca podría sentirse realmente soledad, porque la soledad únicamente la pueden sentir los seres individuales. Los seres individuales se sienten solos, les hace falta “algo”, tal vez ese algo es la existencia, el ser reales. Pero a la Totalidad no le hace falta nada, lo tiene todo, es todo. No podría existir algo fuera de ella misma. Está en aparente soledad pero no lo está, su soledad es aparente, ilusoria como todo lo que podamos percibir como seres individuales sobre ella. La Totalidad es no-dualidad y esta forma de ser anula cualquier adjetivo que queramos ponerle a esa Totalidad. En consecuencia, la soledad al ser absoluta ya no es soledad y, con propiedad, podríamos decir que lo Absoluto ya no es nada en particular, ya no es algo, solo es. No estamos solos (ni acompañados), simplemente no estamos.