La única manera que podemos cambiar lo que es, es corregirlo, modificarlo o alterarlo de alguna manera o forma. La única cosa que puede hacer eso es la mente: “La silla no está en la posición correcta y deseo moverla”. Ya no es lo que es, es lo que yo creo que me gustaría que fuera. Eso es todo lo que ha acontecido – el pensamiento “Eso no debería estar allí”. Ese pensamiento, por sí mismo, no tiene poder alguno. Es sólo un pensamiento; está basado sólo en las palabras. Pero se refiere a este “yo” que creo, o creído, ser yo mismo hasta que se investigue. Esto es así, porque lo que se ha agregado a ese “yo”, esa creencia, se ha convertido en el “yo-centro’ o el ‘punto de referencia’. Todo es evaluado desde ese punto de referencia. Y debido a que está estrechamente relacionado con esa pura inteligencia, se ha llegado también a la convicción de que es la inteligencia.
Al igual que la pieza de hierro en el fuego, que se pone al rojo vivo y quema como el fuego, si el hierro tuviera una mente podría pensar que era el fuego: “Yo voy a quemar esto y lo otro”. Pero si sacas el hierro del fuego ¿qué puede hacer? Lo mismo sucede con los pensamientos: “yo puedo”, “yo quiero”, “yo soy”. Apártalos de la conciencia o de esa pura inteligencia: ¿qué sustancia tienen? ¿Pueden existir sin eso? ¿Puedes tener un solo pensamiento si no eres consciente o tienes consciencia de él?
Constantemente a lo largo de los años con esos patrones de hábito el pensamiento se ha creído que es la inteligencia. Se cree que tiene realidad; que tiene poder; que tiene voluntad; que puede hacer lo que le gusta y lo que piensa que quiere hacer.
Es por ello que esta investigación es necesaria. Sólo detente y cuestiona. Echa un vistazo a lo que hemos creído que somos. ¡El pensamiento no puede por sí mismo hacer nada! ¡Porque el pensamiento “yo veo”, no puede ver! ¡El pensamiento “yo oigo”, no puede oír! ¡El pensamiento “yo soy consciente”, no puede ser consciente! Pero hay el ver, hay el oír, y hay conciencia. ¡Está aconteciendo ahora mismo! El ver por sí mismo no puede conceptualizar. No puede decir “yo estoy viendo esto”. Tampoco el oír puede decir “yo estoy oyendo esto”. Es solamente puro ver y puro oír. Es la mente la que conceptualiza, y para ello debe referirse a algún recuerdo del pasado para obtener un nombre. La mente o el “yo”, el pensamiento que tengo de mí mismo, es el pasado; y el pasado está muerto. Se ha ido. Ha acontecido. No es lo que es. Ese centro al que constantemente nos referimos o en el que creemos es una imagen muerta.
¿Puedes ahora entender por qué nunca puede (ese “yo”) ser feliz, ser completo o pleno?
Porque no puede dar continuidad a lo que es. Lo que es, es esta manifestación, esta manifestación transitoria, que está constantemente cambiando. Al igual que el río, que fluye constantemente. ¿Cómo puede el agua de un cubo, sacada del río, continuar con el río? Es imposible.
Por lo tanto, te decimos aquí, ¡eso que estás buscando ya lo eres! La idea de la separación sólo es un concepto. Con esa idea de la separación, viene inmediatamente también la sensación de inseguridad y vulnerabilidad. Toda cosa que piensa o cree que está separada debe también sentirse aislada y sola, aparte de mí, otra (cosa) distinta de mí. Esa es la forma en que funciona la mente. Tan pronto como hay un “yo”, debe haber
un “no-yo”, “otro distinto de yo”, y esa es la aparente separación. Esa es la causa de todos nuestros problemas. Cuando esto se comprende, ¿qué problema hay, si no hay un centro de referencia? ¿Lo captas?
Sailor Bob Adamson