M.: Receda. Cuando quiere avanzar, el león mira atrás. Haga como él, mire atrás, receda a la fuente. A partir de esta eseidad, receda e instálese en lo Absoluto. Si quiere buscar y espera encontrar permaneciendo en el dominio de Brahma, en el seno de esta manifestación, no descubrirá más que caos y confusión. Usted no llegará a ninguna parte, es un círculo vicioso del que no se puede salir. Pero, cuando llega a la comprensión de usted mismo, al descubrimiento de lo que usted es realmente, todos los deseos desaparecen.
¿Qué es este «yo soy»? «Yo soy» es «el estado-siendo» mantenido por el apego a ser, por el ansia de ser. Si usted permanece en calma en esta eseidad durante un cierto tiempo, este poderoso deseo de ser también desaparece y, cuando este deseo ya no es, usted es lo Absoluto
V.: Eso me parece muy triste. Uno sabe que el ser está ahí, pero uno se dirige hacia el no-ser.
M.: ¡Es su verdadera naturaleza! Permanezca en ese estado, el estado sin agitación. ¡Su ser, su «yo soy» recediendo conscientemente a lo Absoluto, es usted! Usted es solo ahí. No existe ningún movimiento que permita alcanzarlo. ¡Es la meta, el fin del espectáculo!
V.: ¿Podría explicarlo más claramente? Yo no comprendo muy bien.
M.: Al permanecer en la consciencia, usted comprende la naturaleza de la consciencia, usted recede cada vez más. ¿Comprende lo que quiere decir esto? Esta consciencia se debilita lentamente, se extingue. Ella está desapareciendo conscientemente, pero eso no puede afectarle a usted, usted es lo Absoluto.
La combustión del bastoncillo de incienso ha cesado, el humo ha cesado, pero el cielo está siempre ahí. Es lo mismo en el momento de la muerte. El soplo vital deja el cuerpo, «yo soy» recede, se desvanece, es el gran momento de la inmortalidad.
Vea la llama de este mechero. «Yo soy» es la llama y yo observo sus movimientos. Ella se extingue, el gas ya no llega, el soplo vital deja el cuerpo, el cuerpo cae y yo lo observo. Lo que observa es usted. Los ignorantes están aterrorizados en el momento de la muerte, luchan; pero no así el jñani, para el jñani es un momento magnífico, un momento de beatitud.
M.: ¿Quien ha comprendido esta experiencia? ¿Cómo la ha presenciado, cómo ha reconocido usted esta experiencia? Lo que quiero hacerle comprender es extremadamente simple: todo lo que usted es, todo lo que experimenta, ¿qué va a ocurrir con eso? Usted tiene que comprender eso. Usted no podrá adquirir nada aquí, escuchándome, que no dependa del dominio de las palabras. Desde ese punto de vista, continúe reflexionando, use su mente, yo le pregunto simplemente esto: sea usted quien sea, haga lo que haga o exprese lo que exprese, ¿cuánto va a durar todo eso? Emplee su mente para resolver esta cuestión.
El baniano tiene una semilla muy pequeña, la concepción de ese árbol inmenso está contenida en esa semilla tan pequeña, potencialmente el árbol está en esa semilla. Para reproducirle, ¿va usted a estudiar y a plantar cada raíz, cada rama, cada hoja del baniano? No, usted solo se ocupará de la semilla, plantará la semilla. ¿Cuál es la semilla de usted? El conocimiento «yo soy». Este conocimiento «yo soy» es el lazo entre usted y este mundo. Examine eso, escrute eso. Es únicamente ahí donde puede resolverse todo el problema.
Considere una gota de agua, el corazón de la gota es agua, el exterior es también agua. Si toma usted el cielo, es la misma cosa: el interior y el exterior son siempre cielo. Es lo mismo para «yo soy». Su interioridad y lo que expresa es siempre «yo soy». Si esta constatación «yo soy» no está ya ahí, ¿qué inquietud puede causarle a usted el mundo? Así pues, éste es el factor esencial. Este sentido «yo soy», escrútelo, escudríñelo; es únicamente ahí donde sus investigaciones pueden fructificar. Encuentre cuál es la causa de todo esto.
V.: La causa está en mi mente.
M.: Primero, le es necesario el cuerpo, después la fuerza vital, después la mente, y después otras cosas. ¿Cuál es la causa de todos los sufrimientos y desesperaciones que experimentamos en este mundo?
V.: ¿La mente?
M.: ¿No es nuestra eseidad, nuestra constatación «yo soy»? Lo único que pasa es que usted no está dispuesto a abandonar este complejo cuerpo-mente.
V.: Es cierto.
M.: ¿Cuál es la causa de la creación del cuerpo, cuál es la semilla de su cuerpo?
V.: A ese nivel el tema deviene biológico.
M.: Biológicamente, ¿ha estudiado cómo ha ocurrido eso? Ya he hablado de ello largamente, pero voy a repetirlo para usted.
Cuando la esencia del alimento está presente, se forma el cuerpo-alimento. Tome un árbol, él tiene frutos y, dentro de esos frutos, semillas. El fruto no se caerá del árbol mientras no esté maduro, es decir, mientras sus semillas no estén acabadas. ¿Qué quiere decir esto? El fruto no se caerá mientras la semilla no haya registrado el universo donde ella existe, el árbol y lo que le rodea. La semilla es formada por el árbol, ¿y cuál es su función? Todo está registrado en la semilla: las raíces, la corteza, el tronco, las flores, las hojas, y, cuando ya está lista, cae, germina, hecha raíces. ¿Qué hace la semilla? Todo lo que ha sido registrado es reproducido idénticamente, y eso se aplica igualmente a los seres humanos. Cuando la semilla humana es plantada, ella fotografía, registra, fija las imágenes de sus padres y también del mundo en ese instante.
He dicho hace un momento que este cuerpo se forma gracias al alimento que consumimos. Tome una vela, ella está formada de grasa; nuestro cuerpo está formado también por el alimento. Cuando este cuerpo-alimento está acabado y cuando el soplo vital le anima, aparece la consciencia bajo la forma del sentido de ser, de la constatación «yo soy». Desde que la vela está formada, la llama aparece, la llama es luminosa y revela las formas que la rodean. Similarmente, su eseidad manifiesta, hace perceptible todo lo que es la expresión de usted mismo. Este sentido «yo soy» es su llama. Esta llama durará mientras su soporte-alimento no se haya agotado, como la grasa o el aceite de la vela.
Todo lo que ilumina la luz de la vela, toda esta habitación, es la expresión de esta llama, es su universo. Similarmente su ser es todo esto, él es esta luz, pero aquí esta sensación «yo soy» es su propia constatación del hecho de que «usted es».
Entender todo esto es quizás difícil para usted. Le es menester llegar a comprenderlo. Para eso, la meditación es esencial. Le es menester sentarse para meditar y repetir el mantra a fin de madurar y de llegar a comprender estas conversaciones.
En la vela, la llama produce calor al consumir su alimento. Aquí, la llama «yo soy» consume este cuerpo-alimento para su subsistencia. La esencia de este cuerpo-alimento es un flujo, su movimiento es el soplo vital. Cuando todo esto está presente, más el calor, «yo soy» está ahí. Su cuerpo tiene un calor que revela la combustión de este alimento. Mire este carbón de leña, está frío, el flujo está agotado. Cuando no hay ya «yo soy», tampoco hay combustión del cuerpo, tampoco hay calor. Lo mismo que esta vela apagada que no es nada, fría, sin llama.
V.: ¡Pero, a pesar de todo, sigue siendo una vela!
M.: Cuando esta esencia de alimento se agota, el cuerpo sigue estando ahí, pero inerte, «yo soy» ha desaparecido. Usted puede imaginar que está en el cielo, en el infierno o en no importa qué otro mundo, pero eso no son más que divagaciones de la mente. ¿A dónde ha ido? Ha desaparecido, eso es todo.
V.: Ha retornado.
M.: «Retornado» quiere decir que usted puede localizarle aún en alguna parte. Cuando su cadáver está frío, ¿quién es usted?
Desde que se menciona «usted» o «yo», usted piensa inmediatamente «yo soy esto». Eso no es nunca verdadero. «Usted» comprende siempre «usted» y «su mundo». Su manifestación, su expresión, ¿a dónde han ido? Cuando este cuerpo está acabado, agotado, frío, ¿qué ha devenido este principio? Lo que queda es el estado que es antes de la aparición de este sentido «yo soy».
Uno de cada millón comprende lo que es este principio y se instala en la quietud. Los otros se pierden en los detalles: «¿qué ha devenido, etc.?» Un jñani, el que ha realizado su verdadera naturaleza, ¿es liberado de qué? De toda necesidad, de toda carencia, y no solo eso, se ha desecho de la máquina misma que continuamente busca algo.
V.: Yo le he oído decir esto muchas veces «uno de cada millón puede comprender…» Eso no me desanima. Encuentro que el esfuerzo de comprender, en sí mismo, bien vale la pena. Pero, entre todos aquellos que han desfilado ante usted, ¿ha encontrado alguna vez ese «uno de cada millón»?
M.: Usted puede ser muy serio, muy sincero y muchas cosas, pero, a pesar de todo, se aferra a su mente. Usted no recede, por el contrario se aferra a esa mente amenazada, ése es su problema. ¿Qué es esta eseidad? Es la cualidad más sutil. Cuando ella se ha secado, ¿dónde está usted?
V.: La presencia a uno mismo no puede conocerse a sí misma. ¿Quién conoce entonces la presencia? ¿Quién sabe que lo Absoluto es? ¿Quién sabe que la presencia es?
M.: El hijo de una mujer estéril lo sabe. El no-nacido lo sabe. El que es más allá del nacimiento y de la muerte.
Muchos sacan de su paso por aquí una ayuda y una comprensión. Al menos, es lo que me dicen. ¿A qué es debido? Establecido en lo Absoluto, yo estoy en situación de observar este estado de ser. Yo no tengo ninguna necesidad de esta eseidad. Aunque lo Absoluto la haya hecho para mí inútil, ella es muy preciosa para los demás. Es por eso que lo que les ocurre a los que vienen aquí, comprensión, ayuda, o lo que quiera que sea, es únicamente porque lo Absoluto lo ha enviado.
Mi aparición en el mundo ¿se debe a lecciones de nacimiento que me dieron mis padres o se produjo espontáneamente? ¿Lo que estoy diciendo es el resultado de un estudio? Si usted asimila, si embebe lo que le he dicho, lo que va a germinar y a desarrollarse estará fuera del alcance mismo de Brahma-Deva, el Dios del Conocimiento, hasta tal punto eso devendrá profundo.
Surgido de nada, algo es, algo se ha producido. En esta eseidad son plantados numerosos cosmos, universos. Es el gran juego —¿y de dónde proviene? De nada. «Nada» es la semilla del estado «es», de esta eseidad, de esta Mulamaya de la que hay que deshacerse y que, sin embargo, contiene toda esta profusión, todos los universos. Entonces, ¿qué tipo de dios va a nacer de su consciencia? Usted no lo sabe.
Pero no revele esto, no hable de ello, o será insultado y despreciado. Si está en compañía de un sabio, permanezca tranquilo y observe solo lo que sucede, permanezca en calma y observe.
V.: Usted dice que mi consciencia crea el universo. ¿Quiere decir eso que cada uno de nosotros crea su propio universo?
M.: Sí. Son diferentes. Usted tiene un gran número de universos, de mundos.
V.: ¿Cómo puedo hablar a los otros, si están en un universo diferente del mío? Yo le hablo de cosas que están en el interior de mi universo, no del suyo. ¿Cómo llegamos entonces a comprendernos?
M.: Cuando habla a alguien de cualquier cosa, ¿comprende él que usted habla solo de su propio universo?
V.: No.
M.: Como él no lo comprende, ¿por qué me hace esta pregunta? ¿Comprende este mundo la comprensión?
Coja una baya. Si le quita la piel, verá muchas semillas Ellas brotarán si usted las arroja a la tierra y producirán un gran número de árboles, cuyas bayas caerán a su vez. ¿Cuántos árboles obtendrá usted? Un verdadero bosque, cuyo origen será una única baya.
YO NO SABÍA
V.: Todos el mismo origen…
M.: El mundo del sueño existe. Usted sabe lo que es un sueño. ¿Pero cuál es su raíz? Su ser, ¿no es así? ¡Usted tiene que estar ahí para percibir el mundo del sueño! Ese mundo está muy poblado, comprende un montón de personajes. ¿Piensa que ellos saben que su mundo ha nacido de su consciencia de usted, de su ser de usted? ¿O piensa poder comprender cuando sueña que usted es el alma misma de ese sueño? ¿Puede decir cuando sueña «yo soy la fuente de todo esto»?
V.: Voy a esforzarme en hacerlo.
M.: No. No se trata de esforzarse, eso se produce espontáneamente. Se trata de comprender que ningún esfuerzo es necesario. Lograr hacer llegar la información «yo soy la fuente» a sus sueños no puede ayudarle de ninguna manera. Usted tiene que comprender espontáneamente el principio que rige todo esto.
V.: ¿No es verdaderamente necesario tener en la vida un papel activo, hacer política, etc.? Yo quiero poner fin al sufrimiento que me rodea.
M.: Supongamos que reúne a todos los seres humanos del mundo. ¿Cuál será su posición ante ellos? ¡Cuán minúsculo es usted comparado con toda esa masa humana! En ese gentío, ¿cuál es su lugar?
V.: Yo soy el creador.
M.: Usted responde eso porque ha escuchado lo que acabo de decir, pero yo quiero saber lo que piensa usted. En ese gentío, ¿cuál es su lugar?
V.: No comprendo lo que quiere decir.
M.: Vuelva al ashram de donde viene y siga meditando, quizás comprenderá entonces. La gente me va a acusar de no dejarles explicarse, pero yo le hablo sólo de mi experiencia, no de la de Brahma.
“Yo no sabía” Extracto Charla 12