Salir de SAMSARA o comprender SAMSARA 4.86/5 (7)

No hay nada  que podamos hacer para que todo sea siempre mejor. Y, en realidad, cuanto más  tratamos de conseguirlo, más ciegos nos volvemos a la situación relativa, a la  naturaleza de la realidad. Y, como tratamos de hacer algo que, por la naturaleza de  las cosas, resulta imposible, poco a poco vamos desarrollando un sentimiento de  frustración crónica, que en el budismo se denomina dukkha, generalmente traducida  como sufrimiento, aunque esta palabra resulta un tanto imprecisa. Dukkha es la  frustración crónica de vivir en una jaula donde, por mucho que corramos para salir,  siempre estamos en el mismo sitio. Y eso es lo que en la filosofía budista se llama  samsara, o el bhavachakra: bhava significa hacerse, y chakra significa rueda. Y el  problema que pone el budismo es: ¿Cómo salimos de esa carrera sin fin? El ciclo  eterno, o para ser más exactos, el ciclo interminable.

Y así aparece una auténtica cuestión gordiana, porque nos damos cuenta de  que estamos en una trampa circular. Cuando compramos una tortuguita y la  depositamos sobre el césped, rodeada de un círculo de tela enrejada, veremos que  da vueltas sacando la cabeza por cada agujero. Prueba, prueba y prueba, pero no  hay salida. Así pues, una vez en esta fantástica situación, ¿qué podemos hacer para  salir de ella? Pues bien, lo que tiene que entenderse es que ésta es una pregunta equivocada. Lo que tiene que comprenderse es que sólo existe una trampa si alguien o algo es atrapado. Si no hay diferencia entre usted y la trampa, entonces no  estará atrapado.

Al principio, la situación que describo al decir “no podemos”, suena a limitación, a esclavitud. “Estoy atrapado. No puedo salir de esto”. ¿No se dan cuenta de que lo que se está describiendo como una trampa es precisamente la condición de libertad? Si insistimos en estar atrapados por el presente, por el existente flujo del pensamiento, de la forma en que sucede, o por el existente flujo de la experiencia, entonces lo sentiremos así. Cuando se descubre que somos eso, y la razón por la cual no podemos escapar de ello es porque es nosotros, entonces cambia todo por completo. No hay ninguna trampa. Nosotros somos el proceso. No nos sucede a nosotros. No somos sus víctimas. Somos nosotros. Así pues, en lugar de preguntar: “¿Cómo puedo salir de esto?”, se abre una nueva perspectiva, en la que la pregunta simplemente desaparece.

“Estar atrapado” ¡A ver si puede salir de ella! Porque, como puede apreciarse, eso es lo que la gente hace continuamente. ¿Por qué la gente pasa el tiempo con rompecabezas por ejemplo, diciendo “vamos a matar el rato”? O bien leen una novela de misterio. Eso es un rompecabezas, “una novela policíaca”. O bien completan crucigramas. O juegan. Siempre nos planteamos problemas y luego tratamos de solucionarlos. Bueno, eso es lo que todo el mundo hace. Se explican un problema, y luego lo solucionan. Pues ahora nos hemos planteado un problema muy gordo. SAMSARA.

Pero ya ven, ese estado normal de inquietud no puede ser combatido. Si lo intentan todo lo que conseguirán será agitarse más. Lo único que deben hacer es permitirse estar inquietos. Y tan pronto como lo hagan  comprobarán que conlleva una dimensión de consciencia hasta entonces desconocida. Cuando somos conscientes de este constante estado de inquietud y, estando conscientes de ello, hagámonos la pregunta: “¿Es así como realmente quiero estar?” Si queremos pues lo hacemos; si no, entonces no.

 Pero si tratamos de combatirlo nos rebotará, como si tratásemos de navegar en un barco con la proa despuntada: viraría en redondo. Así pues hay una manera de no luchar contra uno mismo. 

 Bueno, tal vez deseen pensárselo un rato con la cabeza, por la simple razón de que todo esto pueda parecer una afirmación terrible para algunas personas. Esas personas dicen: “¿Quiere usted decir que todo lo que me sucede, incluyendo lo que ocurre en el mundo exterior, es yo mismo?” Pues sí, así es. Pero, claro está, no en la manera corriente en que utilizamos la palabra “yo mismo”, en el sentido de ego. No así, sino en el auténtico sentido real, que podemos demostrar de todo tipo de maneras, biológica… neurológica… físicamente, donde la separación (por hablar en términos puramente físicos) entre el cuerpo y el mundo exterior no es una separación. Es cierto: existe una frontera de piel humana que tomamos como el punto de separación. Pero se trata de una alucinación.

Salir de la trampa, Alan Watts

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