Significado de AUTOINDAGACIÓN 4.64/5 (11)

“Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”. Este adagio de la tradición hermética, inspirado en la sentencia inscrita en el templo de Apolo en Delfos, resume la tarea de todos los advaita-vada (doctrina de la no-dualidad). El vedanta advaita es, en esencia, una invitación al conocimiento de nuestra verdadera identidad.

Una de las prácticas recomendadas en la tradición advaita para despertar del olvido de nuestra naturaleza profunda es el atma-vichara o “indagación en la naturaleza del yo”. Esta indagación no ha de ser confundida con un mero auto-análisis o auto-observación psicológicos, pues su objetivo último no es el conocimiento del yo empírico, sino del Yo metafísico, del Ser como fuente y raíz de la propia subjetividad y de todo lo que es.

El atma-vichara es una pesquisa no intelectual que tiene como eje la pregunta: “¿Quién soy yo?”;

Ramana Maharshi solía hacer una simple pregunta a sus visitantes: ‘¿Quién eres tú?’

Vino Martin a visitarme recientemente y le hice la misma pregunta:

P: ¿Quién eres tú?

R: Yo soy Martin.

P: No, no pregunté cuál era tu nombre, te estoy preguntando quién eres.

R: Soy un director.

P: No, no pregunté cuál era tu trabajo o tu rango, estoy preguntándote quién eres.

R: Soy el dueño de la compañía.

P: No, no pregunté qué tienes; estoy preguntándote quién eres.

R: Yo soy un hombre.

P: No, no pregunté cuál es tu género, estoy preguntándote quién eres.

R: ¡Soy millonario!

P: No, no pregunté cuánto dinero tienes; estoy preguntándote quién eres.

R: ¡Soy un ser humano!

P: Ah, ¿y qué parte de ese ‘ser humano’ eres?

R: ¿Qué parte? Bueno… este es mi cuerpo.

P: Dijiste: ‘Éste es mi cuerpo’. No dijiste: ‘Yo soy este cuerpo.’ Extraño ¿no? Tampoco dijiste: ‘Yo soy mi corazón.’ Dijiste: ‘Éste es mi corazón.’ No dijiste: ‘Soy mi cabello,’ sino, ‘Éste es mi cabello.’ Pero, si éste es tu cuerpo, ¿en dónde esta el ‘yo’ que posee el cuerpo? Si tú eres el chofer de tu cuerpo, entonces, ¿dónde estás tú? ¿dónde está el conductor?

R: Uhm… Realmente no lo sé.

P: Veamos, ¿de acuerdo? Si te quitamos los brazos, seguirías siendo Martin?

R: Sí.

P: ¿Y si te quitáramos las piernas, dejando sólo un cuerpo con una cabeza, seguirías siendo Martin?

R: Sí.

P: Y si reemplazáramos tus órganos como el corazón, los riñones y los pulmones con órganos artificiales, ¿seguirías siendo Martin?

R: Sí.

P: Pero entonces, ¿quién eres?

R: Bueno, yo soy mis sentidos… creo.

P: Si estás ciego y sordo, y no puedes oler, saborear y sentir, ¿seguirías siendo Martin?

R: Sí, seguiría estando allí.

P: Pero, ¿quién o qué es ese ‘YO’ que sigue estando allí? ¿Qué pieza tendríamos que remover antes de que ‘tú’ dejes de existir?

R: ¡Mi cabeza, creo!

P: ¿Qué pasaría si te despiertas en la mañana, miras al espejo y de pronto te das cuenta que tienes mi cuerpo. ¿Serías yo o seguirías siendo Martin?

R: Seguiría siendo Martin.

P: Entonces, ¿Tú eres tu cuerpo?

R: No.

P: De acuerdo, entonces, ¿quién o qué eres?

R: Creo que soy mi cerebro.

P: Entonces, ¿tú eres tu cerebro?

R: Sí, creo.

P: A veces hay partes del cerebro que tienen que ser removidas durante una cirugía. Entonces, ¿qué parte de los 1300 gramos del cerebro eres tú? ¿Dónde está oculto tu ‘YO’?

R: Cuando estás en sueño profundo, esos pensamientos no surgen, por lo tanto, no hay ninguna idea de que el ‘yo’ esté allí o que el ‘yo’ necesite hacer algo. ¡Y aún así, el funcionamiento de tu cuerpo simplemente continúa!

R: Ahora ya no entiendo nada.

P: Tu concepto de ‘yo’, o la idea de que tú controlas tu cuerpo, es un pensamiento. Durante tu sueño más profundo, ésos pensamientos no surgen – pero cuando despiertas, la auto-consciencia se pone en marcha y los pensamientos de ser un ‘yo’ vuelven a surgir. ¡El cerebro nos engaña todo el tiempo!

La sensación de ser un ‘yo’ sucede porque tenemos auto-consciencia. El término que se utiliza para llamar a esa auto-consciencia es el ‘ego’. En sánscrito, llamamos al ego ‘Ahamkara,’ traducido literalmente como ‘el hacedor del yo’. El ego es el hacedor-del-yo.

Cuando surge un pensamiento, el ego crea la idea, ‘yo pienso.’ Cuando surge un sentimiento, el ego crea la idea de , ‘yo siento.’ Cuando se hace una elección, el ego crea la idea, ‘yo elijo.’ Tú respiras continuamente, entonces el ego crea la idea, ‘yo estoy respirando’.

La sangre circula por las venas todo el día, pero el ego piensa, ‘MI sangre circula a través de MI cuerpo.’ El ego funciona para asegurarse de que nos veamos a nosotros mismos como individuos.

Debido a que la auto-consciencia de un bebé recién nacido aún no se desarrolla, el bebé se ve a sí mismo como uno con la madre. El bebé experimenta la sensación de separación por primera vez entre el segundo y el quinto mes de vida. Se hace consciente de la demás gente pero aún no es consciente de sí mismo. La auto-consciencia comienza cuando el niño tiene alrededor de dieciocho meses. Esta es la primera vez que el niño puede reconocerse a sí mismo en el espejo. En este momento es cuando también se empieza a desarrollar la memoria a largo plazo. Así, por un año y medio, el niño funciona sin auto-consciencia. Cuando el bebé llora y la madre se acerca, el bebé se pone feliz. Cuando el bebé llora y la madre no se acerca, el bebé se pone triste. ¡Fin de la historia! Después de un año y medio, el mecanismo del ego comenzará a interferir. Cuando el bebé llora y la madre se está acercando, el bebé se pondrá feliz. Cuando el bebé llora y la madre no llega, el bebé estará triste. Pero después, el pensamiento de que las cosas deberían ser de otra manera surgirá.

Los primeros egos en nuestras cabezas surgen, y desde ese momento, las preocupaciones comienzan: ‘Es culpa de mi mamá,’ ‘no soy lo suficientemente bueno,’ ‘si tan sólo las cosas fueran de otra manera,’ ‘¿qué tal si esto vuelve a suceder mañana?,’ El niño adopta la idea de que él tiene elección, surge una necesidad por controlar, así como la idea de que las cosas podrían haber sido de otra manera.

 

El mecanismo del ego crea constantemente ‘pensamientos-yo’, que hacen que nos identifiquemos con muchas cosas. Nos identificamos con nuestro nombre, nuestra función, nuestra voz, nuestras preferencias, nuestro cuerpo, nuestro peso, nuestros éxitos y fracasos, con nuestra cuenta bancaria, nuestros pensamientos, sentimientos, nuestro auto, nuestra casa, nuestros hijos, nuestra apariencia y con la ropa que usamos. Todos esos elementos forman nuestra auto- imagen, ¡lo cual está bien! Sin embargo, hay una constante necesidad de mantener esa auto-imagen. Cuando alguien dice algo malo acerca de ti, o te critica, entonces tu auto-imagen se vuelve automáticamente inestable. Inmediatamente te pones a la defensiva o comienzas a ponerte agresivo, o buscas apoyo y confirmación de los demás para no caer en el papel de víctima.

Esta pregunta “¿quién o qué soy yo?” Es la pregunta más básica y fundamental. Es una pregunta que la mayoría de los niños se hacen de una forma u otra. ¡Parece que hemos venido a este mundo extraño y no tenemos idea de lo que está pasando! Tal vez se lo preguntamos a nuestros padres que inocentemente nos alimentan con su visión limitada de la vida. Tal vez sólo aprendemos a fingir que sabemos lo que somos, a fin de sobrevivir y poder adaptarnos a este juego loco. Así que, con esta pregunta: “¿quién soy yo?” Volvemos a un punto antes de empezar a fingir. ¿Qué hay debajo, antes y después de todo este fingir, intentar, funcionar, perseguir, esperar y temer?

¿Quién soy yo realmente? La auto-indagación no está destinada a ser una práctica para hacer que te sientas bien o para ser más consciente. No es una práctica para ayudarte a dejar de pensar o de preocuparte o para quitarte el dolor. No es una práctica que conduzca a una mejora en tu experiencia o algún tipo de objetivo final de despertar. Es una investigación sobre lo que realmente conoces ahora mismo.

La autoindagación más elevada es la que se dirige hacia la propia base o naturaleza del individuo, es decir, hacia el SER. Al observarnos, tomar conciencia de una misma e indagarnos nos damos cuenta lo cambiante y transitorio de las emociones y los pensamientos. Nada es permanente, ni siquiera nuestro cuerpo, por eso se entremezclan todo tipo de sensaciones y de recuerdos. Pero como todo es transitorio, somos siempre la misma persona pero a la vez diferentes. Algo permanece pero lo demás varía y hay que preguntarse por el propio Yo, por lo que no se muta.

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Mooji

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M.Caballé

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