Lo que eres no puede ser definido con palabras. Quien eres vive en el espacio entre las palabras, en la Quietud que siempre está presente y conocida cuando toda bulla mental ha cesado ó ya no se le da atención. Quien eres no puede ser definido; sólo puede ser percibido. Sin embargo, no captamos su experiencia porque damos nuestra atención a otras cosas, particularmente ideas. Estas ideas, cuando uno se identifica con la mente, parecen ser más reales e interesantes de lo que tú eres porque la mente sólo está interesada en cosas que puede comprender, describir y categorizar.
Como hay tantas cosas e ideas para que la mente se mantenga absorta, este ‘yo’ con el que te identificas en la mente está siempre muy ocupada poniendo atención a cosas y a pensamientos que aparecen en la mente. Cuando uno se identifica con la mente, uno pone más atención a los pensamientos que a las cosas. Este ‘yo’ no sólo se ubica en esta existencia, pero también en todo, en el sentido que lo que piensa afecta cómo percibe las cosas y otros aspectos de la realidad.
Por lo tanto, la mente filtra y colorea a la experiencia y da su propio sentido a la experiencia. La Divinidad tiene la intención de que así sea. Creó a la mente justo para que haga lo que hace. Para que la Divinidad tenga una experiencia única a través de cada ser humano, era imprescindible que cada ser humano tuviera una identidad separada y olvidarse sobre la Unidad que es la naturaleza verdadera de todos. De este modo, tú intercambiaste el recuerdo de tu divinidad por experiencias.
Tú creces y aprendes sobre el amor como resultado de tus experiencias, y ese propósito también tuvo la Divinidad. También espera que algún día tu despiertes a la verdad de tu divinidad y que la expreses en vida, lo cual acarreará experiencias de diferentes formas y ayudará en la evolución.
La diosa, o divinidad, interna te lleva hacia adelante en tu evolución hasta que tú expreses esa benevolencia en tus acciones y palabras. El ego, el cual no busca ni bondad ni amor pero sí al placer y a evitar el dolor, también te impulsa en tus acciones y crea experiencias, muchas de las cuales te causan dolor, pero también evolución.
Eventualmente, te das cuenta de que el amor y la bondad son lo que trae felicidad eterna, y encuentras una nueva forma de vivir desde el Corazón, desde la Esencia, más que de la mente egóica. Cuando tu identidad cambia de la mente egoica al Corazón, donde existe tu divinidad, ahí se puede decir que has despertado a tu naturaleza verdadera. Es el punto más significativo en tu evolución porque finalmente eres libre de la dominación de la mente egóica, y uno vive la vida desde otra perspectiva muy diferente.
EL ESTAR DESPIERTO
Es estar despierto no quiere decir que uno no deja de identificarse para siempre de su mente egóica; simplemente quiere decir que ya no crees en tu mente, aunque uno siga indentificándose con ella. Esto parece ser contradictorio porque la identificación con la mente usualmente quiere decir que uno cree en ella. Cuando uno despierta, sin embargo, la experiencia de identificación es como si uno supiera que está asumiendo el papel de alguien que cree en su mente, mientras te conoces al mismo tiempo como ese alguien que observa todo el drama. Es así que aunque la identificación con la mente todavía pasa luego de despertar, la identificación no dura mucho tiempo, y tamposo es un problema cuando pasa. Ya te conoces como alguien más allá del ‘yo’ con quien te estás identificando, y pasas la mayor parte del tiempo percibiendo y sintiendo el momento presente.
Luego de despertar, a la vida se la siente muy diferente, porque uno nunca pierde de vista lo que uno realmente es, incluso cuando uno se identifica con la mente egóica. Uno puede gozar del drama de la conciencia mientras se mueve dentro y fuera de su identificación. ¿Qué importa lo que uno identifica cuando ya sabe la verdad? La conciencia goza de estar desempeñando el papel en esta vida. Cuando uno despierta, es posible gozar de esta vida, este personaje en esta vida, y todo lo que ocurra porque uno ya sabe que todo es una historia que simplemente está siendo actuada. Es por eso que los místicos y sabios describen al mundo como un sueño. Desde la perspectiva de alguien que está despierto, la vida parece mucho como un sueño en el que uno sabe que está soñando. Este desapego permite que empieces a gozar de la vida en una manera que no era posible mientras tenías apego a los resultados del cuento en el que vives. Cuando uno se identifica con la mente egóica, uno tiene ideas de cómo uno quiere que resulten varias partes importantes de su vida, como son la profesión, relaciones, salud, hogar y familia. Uno se imagina que la vida resulte de tal manera, y uno trata de que así sea. Estos son los pensamientos de la mente egóica, haciéndose pasar por el ‘yo’ que tu crees ser, y los que te mantienen preocupado y muy ocupado. Por otra parte, cuando uno despierta, ya no requiere que la vida sea de cierta manera para ser feliz, porque uno ya es feliz. Y uno sabe que lo que uno pensaba le hiciera feliz, eso ya no es necesario para su felicidad. Uno es feliz porque uno está de parte del Ser Divino que vive y se expresa a través de ti: Esencia. Y, a diferencia de otras cosas del mundo, la Esencia es eterna, y eternamente disponible y gratificante.
El conocer la felicidad verdadera, uno sólo tiene que escoger estar de lado de la Esencia en vez de la mente egóica. Lo que la mente egóica busca es casi siempre inaccesible, y cuando uno lo alcanza, nunca es suficiente. La mente egóica siempre quiere más, mejor ó diferente de lo que ya tiene. Su prescripción para la felicidad te lleva sólo a la desdicha, insatisfacción, y sufrimiento. Dado esto, el escoger la Esencia sobre el ego pareciera ser tan obvio. Ahí está el pero.
LIBRO: Resplandor…Gina Lake