En cierta ocasión, una dama de apariencia distinguida que visitaba a Maharaj, quiso hacer una pregunta sobre el Bhagavad Gita, y mientras la formulaba con las palabras adecuadas, Maharaj la interrumpió de pronto para preguntarle:
“¿Desde que punto de vista lees el Gita (…Biblia)?”
Visitante: Desde el punto de vista de que el Gita es quizá la guía más importante para quien realiza una búsqueda espiritual.
Maharaj: ¿Por que respondes esa tontería? Desde luego es una guía muy importante para quien realiza una búsqueda espiritual; no se trata de una novela. Mi pregunta es: ¿cuál es el punto de vista desde el cual lees tú el libro?
Otro visitante: Señor, yo lo leo como uno de los Arjunas (… Jesucristo) del mundo para cuyo beneficio el Señor tuvo la gracia de exponer el Gita.
Cuando Maharaj miró alrededor en busca de otra respuesta, había sólo un murmullo general que confirmaba esa última.
¿Por qué no leen el Gita (…Biblia) desde el punto de vista del Señor Krishna( …Dios)?
Esta sugerencia suscitó dos diferentes reacciones de asombro por parte de sendos visitantes. Una, fue una exclamación escandalizada que claramente hacía ver la sugerencia de Maharaj como si se tratara de un sacrilegio. La otra, un solo aplauso vigoroso, una acción refleja que a todas luces denotaba algo semejante al ¡Eureka! de Arquímedes. Ambos visitantes parecían un poco aturdidos por su reacción involuntaria y por el hecho de que las dos reacciones fueran justamente las más opuestas entre sí. Maharaj dirigió una rápida mirada de aprobación al que había palmeado y continuó:
“La mayor parte de las obras religiosas se supone que son la palabra viva de algún iluminado. Por muy iluminada que sea una persona, debe hablar con base en ciertos conceptos que considera aceptables. Pero la singularidad del Gita estriba en que el Señor Krishna (…Dios) habla ahí desde el punto de vista de que él es la fuente de toda manifestación, es decir, no desde el punto de vista del fenómeno(…ilusión), sino del noúmeno (…realidad), considerando que “yo mismo soy la manifestación en su totalidad”. En esto radica el carácter único del Gita. “Ahora bien, piensen en lo que debe de haber sucedido antes de que cualquier antiguo texto sagrado se escribiera. En todo caso, la persona iluminada tiene que haber tenido pensamientos que debió haber expresado en palabras y las palabras empleadas pueden no haber sido las más adecuadas para transmitir con precisión sus pensamientos. Las palabras del maestro pudieron haber sido escuchadas por la persona que las escribió, y lo que tal persona registró, con seguridad fue acorde con su propia comprensión e interpretación de las cosas. Después de ese primer registro, diversas personas harían varias copias del mismo y éstas contendrían sin duda gran cantidad de errores. En otras palabras, lo que lee y trata de asimilar el lector de cualquier época puede ser muy distinto de lo que en verdad pretendía transmitir el maestro originalmente. Añadan a todo esto las interpolaciones involuntarias o deliberadas de diversos estudiosos a lo largo de los siglos y entenderán el problema que intento hacerles ver.
“En tales circunstancias, cuando les pido que lean el Gita desde el punto de vista del Señor Krishna (…Dios), les estoy pidiendo que, al leerlo, abandonen por una vez la identidad con el complejo cuerpo-mente.
Les pido que lo lean desde el punto de vista de que son ustedes la conciencia que infunde vida -la conciencia de Krishna y no el objeto fenoménico al que da sensibilidad, de modo que en verdad pueda revelárseles el conocimiento que el Gita contiene.
Entonces comprenderán que, en el Vishvarupa-darshana, lo que el Señor Krishna mostró a Arjuna no fue sólo su propio svarupa, sino el svarupa -la identidad verdadera- de Arjuna mismo y, por consiguiente, el de todos los lectores del Gita.
“En suma, lean el Gita desde el punto de vista del Señor Krishna, como si fuesen la conciencia de Krishna; se darán cuenta entonces de que un fenómeno no puede “liberarse”, pues no tiene una existencia independiente; es tan sólo una ilusión, una sombra.
Si se lee el Gita con este espíritu, la conciencia, que erróneamente se ha identificado con el complejo cuerpo-mente, se percatará de su naturaleza verdadera y se fundirá con su origen”.