Señor, ¿quiénes están afectados por el karma pasado y quiénes no lo están?.
Los que comienzan a existir en el principio de la creación, como el creador Brahmá, no tienen nacimiento ni por consiguiente karma pasado. Para ellos no hay noción de dualidad, ni samsára, ni pensamientos y su conciencia es pura. En el comienzo de la creación nadie tenía karma porque sólo existía el absoluto Brahmán. Cuando surgió el creador Brahmá (no es igual que Brahman), surgieron infinidad de jívas(personalidades) que se consideraron diferentes a Brahmán y comenzaron a percibir la dualidad sujeto-objetiva. Con su nacimiento comienza a desarrollarse el karma, de modo que karma y nacimiento son una y la misma cosa para esos seres irreales. Pero aquellos seres increados que no se consideran diferentes a Brahmán, como Brahmá, Vishnu y Shiva, no están afectados por el karma.
La conciencia infinita es absolutamente pura. Brahmán siempre está quieto en sí mismo. Cuando surge en él una pequeña idea de jíva, nace la ignorancia, pues la propia conciencia se considera a sí misma como un objeto creado. De modo espontáneo la conciencia vuelve más pronto o más tarde a su propia naturaleza y comprende que es y ha sido siempre Brahmán.
Brahmán mismo toma la forma de creación, como el agua toma la forma de remolino. Pero esta creación es una manifestación del propio Brahmán y no una realidad soñada o de vigilia.
En tal caso, ¿qué es el karma, a quién le pertenece y cómo hay distintos tipos de karma?. La verdad es que no hay karma alguno, ni ignorancia, ni creación de ningún tipo; esas nociones surgen en la propia experiencia de uno mismo.
Sólo Brahmán brilla como creación, como individuos creados, como karma, como nacimiento y como las demás nociones. Puesto que es el Señor, experiencia todas estas ideas como si fueran verdaderas. En el principio de la creación, el jíva no está sujeto a ningún karma, más tarde queda envuelto en esta idea por los pensamientos que alimenta. ¿Cuál es la sustancia del remolino?. Sólo es agua. ¿Qué es el karma?. Todo es Brahmán.
La persona que vemos en un sueño no tiene karma pasado, y los jívas que surgieron en el origen de la creación tampoco tienen karma porque son conciencia pura.
Es cuando uno cree firmemente en la idea de mundo objetivo como si fuera real, surge la noción de karma. A partir de ahí los jívas vagan de un lado a otro encadenados por ese karma. Cuando se comprende que esta creación no es realmente una creación y que lo único que existe es Brahmán, ¿dónde está y a quién pertenece el karma?.
El karma sólo existe en la ignorancia; en el momento en que brota el autoconocimiento, el karma deja de afectamos.
1 El karma es la huella compulsiva de las acciones pasadas, que queda grabada en chitta como
vásanás. Está claro que antes de la creación no hay acciones pasadas.
Comparada con la sabiduría del sabio de autoconocimiento, la majestad de un rey es una menudencia. Cuando surge el autoconocimiento, se desvanece la ilusoria apariencia del mundo objetivo y se comprende a Brahmán como la única verdad, del mismo modo que cuando la luz despeja la oscuridad, la guirnalda tomada por una serpiente enroscada se ve como una guirnalda verdadera.
Las personas que vemos en los sueños no han tenido padres, del mismo modo que este mundo no ha tenido causa alguna.
La gente soñada no tiene ningún karma previo que provoque su nacimiento actual. Del mismo modo que un jíva percibe diversos sueños sin causa alguna, imagina y siente una experiencia previa como si fuera real y esto es para él su karma, es decir sus vásanás o condicionamientos mentales imaginados como previos.
En el comienzo de la creación y al final de la existencia del cuerpo, el jiva cae en un estado semejante al sueño onírico. Todo lo que siente parece existir, aunque es al mismo tiempo real e irreal. En el sueño sentimos un contacto con objetos externos aunque de hecho no existen como tales. Del mismo modo se produce la percepción de los objetos de vigilia, aunque de hecho no son reales. Estar despierto y soñar son dos términos para indicar cierto movimiento de la conciencia que nos produce una consciencia objetiva. Esta consciencia o experiencia objetiva que surge en el origen de la creación y vuelve a repetirse al final de la vida del cuerpo, sigue produciéndose hasta que aquellos objetos dejan de existir y es lo que se conoce por creación.
No hay distinción entre la conciencia y la “consciencia” de objetos que se ven en el sueño onírico o en el estado de vigilia, como no hay distinción entre el viento y el movimiento del aire. Brahmán parece surgir y perecer y experienciar objetos mientras tanto, pero sólo es conciencia pura que no sufre cambio alguno y está siempre en paz. Todo lo que esta conciencia infinita o persona cósmica concibe en su interior, se desdobla en sujeto y objeto, en causa y efecto. Como el sueño sólo existe en nuestro corazón, esta creación está en el corazón de la conciencia infinita como causa y efecto de ella misma.
Esta creación conserva el orden, tiempo, espacio, etc.. que al principio concibió, sea cual fuere. Las características de la creación no han cambiado desde entonces. Aquella idea o sentimiento que brotó en un principio en la conciencia, se mantiene como lo que llamamos creación, aunque no es más que una diversión o juego de la conciencia. El espacio inmensurable parece de color azul, la conciencia inmensurable parece existir como mundo creado.
Al perder este cuerpo, ¿cómo podemos disponer de otro para seguir experíenciando placer y dolor?. ¿Cuál es su causa material o upádana y sus causas accidentales o nimitta ?.
El sabio le respondió con cordura:
Algunos términos como dharma, adharma, vásanás, ser individual y jíva, son sinónimos porque sólo son ideas sin una sustancia real correspondiente. La conciencia mantiene esas ideas en el propio espacio de la conciencia, llamado chidákásha. La conciencia experiencia la idea de cuerpo que es conciencia pura, totalmente independiente del cuerpo físico. Aunque esta idea de cuerpo es irreal, se experiencia como si fuera real, lo mismo que sentimos la realidad de un objeto soñado. Para la persona que ha muerto, el otro mundo surge como una idea en su propia conciencia, que ve como tal durante algún tiempo, asumiéndolo como real.
Los muertos no vuelven a nacer, pero la conciencia conserva sus tendencias mentales latentes y piensa: ahora soy de esta forma o esta otra. Cuando esta idea se mantiene durante algún tiempo y se arraiga profundamente en chitta, toma la apariencia de realidad. La conciencia que es puro espacio vacío, concibe una especie de sueño en ese espacio o chidákásha y recuerda el sueño una y otra vez, volviendo a renacer una vez tras otra. Cree por supuesto que cada mundo y cada reencarnación son reales y funciona en ese mundo como un jíva individual.
De este modo, hay millones y millones de mundos, tantos como jívas. Cuando comprendemos claramente su verdad resulta que no son otra cosa que Brahmán, pero mientras tanto siguen manifestándose como mundos creados. No son nada ni pertenecen a nadie. Jamás han sido creados realmente. Cada jíva experiencia cada uno de estos mundos unido al pensamiento de que ese es su mundo. La mutua relación entre el jíva y el mundo confiere realidad a esta ilusión; cuando se comprende la verdad, ambos, el mundo y el jíva comprenden que son realidades increadas y, en esa medida, irreales. Lo que es real para el sabio es inconcebible ilusión para el ignorante. Lo que es irreal para el sabio es la verdad más evidente para el jíva ignorante.
Todo lo que experiencia la conciencia, parece existir aquí y allí, y por tanto estas experiencias son reales en relación con su perceptor particular. Pero, si tenemos en cuenta que el experienciador y la experiencia no pueden ser otra cosa que conciencia pura, no hay nada que pueda ser considerado como otra cosa, porque no hay tal dualidad. Cuando el pensamiento “Esto es tal cosa” brota en la conciencia infinita, esa cosa se manifiesta como tal, pero cuando se ve como un mero pensamiento, la cosa misma aparece como irreal. Puesto que es una experiencia de la conciencia, no puede ser distinta de la propia conciencia. Sólo en el estado de ignorancia, no existente por cierto, esta experiencia se percibe como algo independiente a la conciencia misma.
Por consiguiente el autoconocimiento carece de objeto cognoscible, es mero conocer. Cuando se conoce el conocer, la conciencia se conoce a sí misma . Cuando se observa y se examina cuidadosamente el mundo, lo que vemos es la realidad. En la visión iluminada del sabio todo es conciencia pura e indivisible, aunque aparece como incontables objetos separados a los ojos del ignorante.
La conciencia pura aparece como los objetos soñados en un sueño. También los numerosos objetos de los sueños se hacen uno en el sueño profundo. Cuando este mundo soñado aparece en la conciencia, se llama a sí misma creación y cuando entra en el sueño profundo, se conoce como disolución cósmica. Estas semejanzas son de sentido común.
La única conciencia indivisible se transforma en diversos objetos e infinitos individuos, se desdobla a sí misma en materia y vacío, como ocurre en los sueños. Esta diversidad es lo que experienciamos constantemente. Es conciencia pura, pero se manifiesta del modo en que es concebida. No podemos evitarlo. La conciencia se transforma en fuego, agua, etc.. desde el principio de la creación, con el fin de formar este mundo soñado. Aunque es puro conocer, se manifiesta como los cinco elementos; aunque no es mas que espacio vacío, se manifiesta como mundo creado.
Esta consciencia o experiencia objetiva parece imposible de superar algunas veces, y otras parece que va a llegar a su fin. Pero de hecho, no puede acabar porque el puro conocer permanece incluso después de que todas las cosas han concluido. No hay final para el Samsara
Es como ir del este al oeste. Siempre hay un este y un oeste, porque su percepción es siempre la misma. Lo que piensas atentamente durante cierto tiempo, llegas a experienciario vivamente. Si vas del este al oeste, eso es lo que conoces, el que no va a ningún sitio sino que permanece en un lugar, conoce ese lugar. La conciencia, de naturaleza inmóvil, permanece idéntica ya esté experienciando una cosa o pensando otra. Ambas experiencias aparecen y pesan del mismo modo en ella. Cuando uno siente el deseo de ir hacía el norte o hacia el sur, ambos puntos brotan en la conciencia inmóvil, cuando ese deseo no existe, tampoco existen esas direcciones. Cuando la conciencia piensa que puede ser una ciudad en el cielo o un animal en la tierra, estas cosas comienzan a existir, cuando estos pensamientos no existen, las dos cosas desaparecen. Para el ignorante el mundo es una cosa muy distinta que no acierto a explicar.
Sea este cuerpo mortal o inmortal, lo cierto es que el jíva y el samsára son parecidos a un sueño. Los forasteros recuerdan muchos sucesos de sus vidas pasadas que nosotros nunca contemplamos, pero para ellos siguen presentes, no han muerto. La infinita conciencia tampoco muere, ni camina, porque es eterna. La conciencia inmóvil se manifiesta como cualquier noción que surge en ella en cualquier momento.
¿Qué es cierto y qué es falso?. Siente los cuerpos, acciones, dolores y alegrías, que brotan en la conciencia, sea cómo y dónde fuere, o deja que se vayan. No tienen ningún significado. Deja que sean de esta forma o de cualquier otra, que sean o que no sean, olvida esta ilusión y permanece iluminado contemplando la conciencia una e indivisa.
Lo que existe como lo que no existe, son objetos soñados. Si eso es cierto, ¿qué es esclavitud y qué liberación?. Las formaciones nubosas que se desplazan por el cielo siempre están tomando nuevas formas y dimensiones. Lo mismo ocurre con este mundo ilusorio aunque parece algo estable y permanente a causa de la ignorancia.
En el espacio infinito hay infinitos mundos, cada individuo tiene el suyo propio y no conoce el mundo de los demás.
Las experiencias de las ranas que viven en un pozo son distintas a las experiencias de las que viven en un lago o en un río y unas no pueden compartir el conocimiento con otras. La gente que duerme en una misma casa tiene diferentes sueños en los que experiencia distintos mundos. Lo mismo ocurre con la gente que está despierta: tiene distintos mundos en un mismo espacio por el misterioso y tremendo poder de la conciencia infinita.
La conciencia tiene la facultad de captar cualquier cosa; los objetos o nociones captados por la conciencia se llaman samskáras. Cuando se ha comprendido profundamente que toda noción o samskára solo es un reflejo en la conciencia, se advierte que estos samskáras no son independientes de la conciencia. En el sueño onírico no hay memoria previa, pero hay una experiencia objetiva porque el tiempo pasa en este estado como en el de vigilia. Por supuesto que uno puede soñar objetos que parecen haber sido vistos anteriormente, pero también podemos soñar nuestra propia muerte no acaecida en pasado alguno.
La creación sólo era en principio una reflexión en la conciencia infinita y por consiguiente no era diferente a la conciencia misma. Brahmán sólo se manifiesta como mundo, que no es una cosa nueva e independiente. En este caso la causa es también el efecto. La causa existía antes que el efecto y permanecerá después de que este cese por completo. Esta causa se denomina samskára porque produce la existencia de los efectos.
El samskára es lo que aparece en el sueño como si hubiera sido conocido anteriormente, pero no se debe a ningún factor externo. Todas las cosas que aparecen en los sueños, vistas anteriormente o desconocidas todavía, existen en la conciencia que brilla con luz propia y experiencia esas cosas como si las hubiera visto antes. Generalmente, se piensa que en el sueño onírico brotan los samskáras que se han producido en el estado de vigilia. Los conocedores de la verdad declaran que los samskáras no se producen en el estado de vigilia realmente. Del mismo modo que el movimiento surge espontáneamente en el aire, las ideas brotan en la conciencia sin causa alguna. No necesitan ningún samskára para aparecer en la mente, ni en el sueño ni en la vigilia. Cuando la experiencia de miles de cosas brota en la conciencia, hablamos de creación y cuando esos miles de cosas cesan en la conciencia, hablamos de disolución cósmica.
La conciencia pura produce esa absoluta diversidad con sus nombres y formas múltiples, sin perder su unidad, igual que cada uno de nosotros produce un mundo durante el sueño sin perder la unidad del yo.
La percepción o experiencia del mundo existe en una partícula atómica de la conciencia infinita, pero no es diferente de la conciencia, como la reflexión de un espejo es ese mismo espejo. La conciencia infinita no tiene principio ni fin, aunque es llamada creación. Donde existe esa conciencia, hay creación, que no es distinta de aquella como el cuerpo no es diferente de sus miembros. Tú y yo somos conciencia, el universo es conciencia; cuando comprendemos esto, vemos la creación como una parte integral de la conciencia y por tanto, increada como ella. Yo soy una partícula atómica de esa conciencia y como tal, soy conciencia infinita omnipresente. Por consiguiente, esté donde esté, veo todas las cosas desde ese lugar. Soy una partícula de conciencia y, cuando comprendo esta verdad, también soy conciencia infinita, como una gota de agua siempre es agua.
Lo que llamamos sueño y vigilia, lo que llamamos exterior e interior, sólo existe en el interior de la conciencia infinita.
El cazador volvió a preguntar al sabio:
Si esta creación no ha tenido una causa, ¿cómo existe?. Y si tiene una causa, ¿cuál es esa causa?.
El sabio respondió a esta cuestión:
En un principio, la creación no tiene causa de ninguna clase. Puesto que los objetos de esta creación no han tenido causa alguna, no surgen conflictos de oposición entre unos y otros. El Brahmán absoluto es lo único que se manifiesta como todo esto y se denomina con el término de creación. Por tanto esta creación incausada sólo es Brahmán, pero parece una parte de lo que carece de partes, parece diversa en lo indivisible, parece tener forma en lo informe. Como es conciencia pura parece asumir distintas formas de objetos animados e inanimados y crea y mantiene el orden del mundo con sus mandatos y prohibiciones. A esta conciencia omnipresente no le afectan en absoluto la existencia o la inexistencia, lo material o lo sutil, ni ninguna otra determinación semejante.
Sin embargo, en su interior no se produce ningún efecto sin causa determinada y oportuna. El orden del mundo y su Señor actúan uno sobre otro como un brazo sujeta a otro, aunque ambos pertenezcan a la misma persona.
Pero esta creación aparece sin deseo ni motivación psicológica alguna. El orden del mundo (niyati) existe en el interior de Brahmán, pero Brahmán no existe separado o fuera de niyati. Por consiguiente esta creación tiene una causa, pero solamente en relación con aquel que la está pensando y en tanto en cuanto la piensa como creación suya. El ignorante piensa que Brahmán aparece como esta creación sin causa alguna y también es ignorante el que cae en la trampa de la causa-efecto y sostiene la idea de que la causalidad es una relación real. La creación se produce como una coincidencia, como el coco que cae de la palmera en el momento en que el cuervo huye volando de su copa. Y a partir de esa coincidencia, el orden del mundo o niyati determina cada cosa como es.
El jíva experiencia el mundo externo con los sentidos externos y el mundo soñado interno con los sentidos internos. Cuando los sentidos están ocupados en la percepción del mundo exterior, el campo de las ideas internas es vago y confuso.
Pero cuando los sentidos se vuelven hacia el interior, el jíva experiencia el mundo en su interior con la mayor claridad. No hay ninguna contradicción de espacio o tiempo en este mundo objetivo; es tal y como uno lo ve. Cuando los ojos se enfocan hacia el exterior, el jiva experiencia el mundo como si estuviera fuera de la conciencia infinita. La colección de los sentidos del oído, el tacto, la vista, el olfato y el gusto, unidos al deseo, es lo que se conoce como jíva, cuya naturaleza es la conciencia pura dotada de prána o fuerza vital. Este jíva existe en todo lo que hay y por consiguiente experiencia todo lo que existe en todas partes.
Libro: yoga vasishtha