El guerrero que ERES 5/5 (4)

Del Seno del Silencio que es la paz, una voz resonante se elevará. Y esta voz dirá: “Hace falta algo más: tú has recogido, ahora tienes que sembrar”. Y sabiendo que esta voz es el silencio mismo, obedecerás.

Tú, que eres ahora un discípulo capaz de tenerse firme, capaz de oír, capaz de hablar, que has vencido el deseo y alcanzado el conocimiento de ti mismo; tú, que has visto tu alma en su flor y la has reconocido y has oído la voz del silencio, encamínate al Templo del Saber, y lee lo que allí está escrito para ti. [7]

1) Mantente ajeno a la batalla que empieza, y aunque tú pelees, no seas el guerrero.

2) Busca al guerrero y deja que pelee en ti.

3) Recibe sus órdenes para la batalla, y obedécelas.

4) Obedécele, no como si fuera un general, sino como si fueras tú mismo, y como si sus palabras fuesen la expresión de tus secretos deseos; pues él es tú mismo, aunque infinitamente más sabio y fuerte que tú. Búscale antes de que en el fragor y fiebre de la batalla puedas dejar de percibirlo; pues él no te reconocerá a menos que tú le conozcas. Si tu grito llega a su oído atento, entonces luchará en ti y llenará el triste vacío del interior. Y si esto sucede, entonces podrás permanecer durante la batalla sereno e infatigable, manteniéndote apartado y dejándole pelear por ti. Entonces será imposible que des un golpe en falso. Pero si no lo buscas, si pasas a su lado sin percibirle, entonces no hay salvaguardia para ti. Tu cerebro se turbará, tu corazón se tornará irresoluto, y en medio del polvo del campo de batalla, tu vista y sentidos se oscurecerán; y no distinguirán tus amigos de tus enemigos. Él es tu mismo; sin embargo, tú eres finito y sujeto al error. Él es eterno y seguro. Él es la verdad eterna.  Una vez que haya penetrado en ti y se haya convertido en tu guerrero,  jamás  te  abandonará  por  completo,  y  en  el  día  de  la  gran  paz,  él  y  tú  os convertiréis en uno.

5) Escucha el canto de la vida. [8]

6) Conserva en tu memoria la melodía que oigas.

7) Aprende de ella la lección de armonía.

8) Tú puedes entonces mantenerte erguido, firme como una roca en medio del tumulto, obedeciendo al guerrero que eres tú mismo y tu rey. Indiferente al combate, salvo en la ejecución de sus mandatos, y sin preocuparte ya del resultado de la batalla, porque una sola cosa es importante: que el guerrero venza, y tú sabes que no puede ser derrotado; permaneces así, sereno y vigilante, y usa de la facultad de oír que has adquirido por medio del sufrimiento y de la destrucción del sufrimiento. Mientras no seas más que un hombre, sólo  llegarán  a  tus  oídos  fragmentos  del  gran  canto.  Pero  si  lo  escuchas,  imprímelo fielmente en tu memoria, de suerte que no se pierda nada de lo que hasta ti haya llegado, y trata de aprender de ello el significado del misterio que te rodea. Con el tiempo no necesitarás instructor alguno. Porque así como el individuo posee una voz, asimismo la posee aquello en lo cual el individuo existe. La vida misma tiene su lenguaje, y nunca está silenciosa. Y este lenguaje no es un grito como podrías suponer tú, que eres sordo, sino un canto. Aprende de él que tú eres una parte de la Armonía: aprende de él a obedecer las leyes de la Armonía.

9) Observa atentamente toda la vida que te rodea.

10) Aprende a sondear de una manera inteligente el corazón de los hombres. [9]

11) Considera ansiosamente tu propio corazón.

12) Porque a través de tu propio corazón viene la luz única que puede iluminar la vida y hacerla clara a tus ojos. Estudia el corazón de los hombres a fin de que puedas conocer lo que es el mundo en que vives y del cual quieres ser parte. Observa la vida que te rodea en constante movimiento, en transformación incesante, pues está formada por los corazones de los hombres; y a medida que vayas aprendiendo a conocer su constitución y significado, gradualmente irás siendo capaz de leer la palabra más grande de la vida.

13) La palabra sólo viene con el conocimiento. Alcanza el conocimiento y alcanzarás la vida. [10]

14) Habiendo adquirido el uso de los sentidos internos, habiendo dominado los deseos de los sentidos externos, habiendo subyugado los deseos del alma individual, y habiendo obtenido el conocimiento, prepárate ahora, ¡oh, discípulo!, a entrar realmente en el camino. El Sendero se ha encontrado; disponte a recorrerlo.

15) Pide a la tierra, al aire y al agua los secretos que guardan para ti. El desarrollo de tus sentidos internos te permitirán hacerlo.

16) Pide a los santos de la tierra los secretos que guardan para ti. El dominio de los deseos de tus sentidos internos te permitirá hacerlo.

17) Pide al íntimo, al uno, su secreto final que reserva para ti en el transcurso de las edades. La grande y difícil victoria, el dominio de los deseos del alma individual es obra de edades; por tanto, no esperes recibir la recompensa hasta que se hayan acumulado edades y edades de experiencias. Cuando haya llegado el tiempo de aprender esta regla 17, el hombre está próximo a ser más que un hombre.

18) El conocimiento que ahora posees, sólo es tuyo porque tu alma se ha convertido en una con todas las almas puras y con el íntimo. Es un depósito que el Altísimo te ha confiado. Abusa de ellos; emplea mal tu conocimiento o descuídalo y aún es posible que caigas del estado elevado a que has llegado. Almas grandes hay que retroceden en el umbral, no pudiendo sostener el peso de su responsabilidad, incapaces de seguir adelante. Por tanto, considera siempre ese momento del porvenir con temeroso respeto, y prepárate para la batalla.

19) Está escrito que aquel que se halla en los umbrales de la divinidad no puede idearse ley alguna, ni puede tampoco existir guía. Sin embargo, para que el discípulo comprenda la lucha final, puede expresarse en estos términos:

Aférrate a lo que no tiene sustancia ni conciencia.

20) No prestes oído sino a la voz insonora.

21) No mires más que lo que es invisible, tanto en el sentido interno como al externo.

LA PAZ SEA CONTIGO.

Luz en el sendero de Mabel collins

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