Todas las personas del mundo tienen igual derecho a los privilegios de este mundo.
No es posible acceder a la igualdad, como algunas personas piensan, tan sólo mediante medidas civiles. Sólo se puede alcanzar mediante el amor a Dios y a los demás, y este amor sólo puede lograrse, no mediante medidas civiles, sino como resultado de un aprendizaje espiritual.
Dicen que la igualdad no es posible porque algunas personas siempre serán más fuertes o inteligentes que otras. Pero es exactamente por esto, dijo Lichtenberg, precisamente porque algunas personas son más fuertes e inteligentes que otras, que el principio de igualdad es necesario. Las ventajas de los ricos sobre los pobres demuestran no sólo la falta de igualdad de fuerza e intelecto, sino la falta de igualdad de derechos civiles.
Jesucristo reveló a la humanidad aquellas cosas que, en el fondo, ya sabía: que las personas son iguales porque en ellas habita el mismo espíritu… Aprended de los niños pequeños, portaos como niños, y tratad a toda la gente de la misma manera, con amor y ternura.
León Tolstoi