La maldad material causada por la guerra es enorme, pero es incomparablemente pequeña en comparación con la perversión de la percepción del bien y del mal que ocurre durante la guerra, y que es inyectada en las almas de las personas que no piensan.
Un niño conoce a otro niño y le sonríe, despliega una actitud cordial y alegre. Este mismo comportamiento es propio de todas las personas sinceras. Pero muy a menudo, un hombre de una nación ya odia a un hombre de otra nación, y está dispuesto a causarle sufrimientos, e incluso la muerte, antes de conocerle. Aquellos que engendran tales sentimientos en una nación cometen un crimen terrible.
El arma más poderosa conocida es el arma de la felicidad. Por consiguiente, una persona inteligente confía en ella. Gana con la paz, no con la guerra. Lao-Tsé.
La guerra crea una situación en que, a la postre, el poder y la gloria suelen ir a parar a las manos de los seres más indignos y depravados.
León Tolstoi
EN EL TRABAJO
Se debe recordar que a los compañeros de trabajo no les importa vuestra vida interior. Esa es tarea vuestra; ellos tienen su propia vida interior que desarrollar.
Tienen sus estados de ánimo negativos, sus problemas personales, ansiedades, como todo el mundo, igual que vosotros. Pero cuando os encontráis en una situación de trabajo con alguien, no es necesario que saquéis ese tema, porque si ellos empiezan a hablar de sus cosas negativas y vosotros los imitáis, será un proceso interminable. Simplemente tenéis que verlo.
Si os sentís negativos, haced algo. Por ejemplo, escribid algo muy, muy negativo y quemadlo. Id a la habitación de las terapias, golpead una almohada y tiradla. ¡Realizad un baile terrible! Tenéis que eliminarlo; es vuestro problema.
Y de vez en cuando es bueno llamar a quienquiera que sea que esté trabajando con vosotros y preguntarle si habéis sido negativos, si se sienten dolidos. Porque en ocasiones uno quizá no sepa que ha sido negativo. Pequeños gestos, una palabra, incluso un silencio, pueden hacer daño; el modo en que miréis puede hacer daño. Así que de vez en cuando llamadlos y pedid su perdón. Decidles: «Cada vez que os pregunto, tenéis que ser sinceros. Decídmelo, porque soy un ser humano y a veces las cosas pueden estar mal desde mi lado y he de enderezarlas».
Osho