Todos hemos vivido más de una desilusiones en la vida. No es algo que ocurre a unos y a otros no.
Uno se desilusiona de los políticos a los que ha votado, uno se desilusiona de su equipo de futbol cuando no gana, uno se desilusiona de los zapatos que compró que ya se han roto… Todas estas son desilusiones menores, ocurren es cierto pero no suelen ser gran trascendencia.
Pero cuando sentimos que un amigo nos traicionó, cuando un trabajo de tantos meses no satisface a tu jefe, cuando un medicamento que estas tomando no está haciendo efecto, entonces la desilusión si es importante.
La desilusión es directamente proporcional a la ilusión que tú mismo creaste en algo o alguien.
Si yo coloco mis atenciones, fuerzas y energías sobre un proyecto crecen las ilusiones para que aquello de un gran resultado. Si el resultado de ese proyecto no es lo esperado entonces llega la desilusión. Ella será tan grande como la ilusión que puse en su creación.
Peor aún es cuando colocamos las atenciones sobre una persona y la atendemos, la cuidamos, le contamos nuestros secretos, en definitiva confiamos en ella con ilusión. Si un día sentimos que se va de nuestro lado, que nada quiere saber de nosotros, llega entonces la desilusión, el disgusto, la pena moral y un dolor tan fuerte o más que la propia enfermedad física.
La desilusión para todos siempre deja un vacío, como una bomba cuando cae deja un gran agujero, la desilusión cuando ocurre nos destruye por dentro y nos deja un espacio vacío que sentimos que con nada podremos volver a llenar.
A algunas personas puede doler tanto la desilusión que se colocan a partir de ese momento una coraza en la que no permiten que nadie ni nada entre en su espacio vital para que no tener que volver a sentir el dolor de la desilusión. Se hacen desconfiadas, frías, cortantes, incisivas protegiéndose para no ilusionarse sin darse cuenta que tanta frialdad no les permite ver los goces de la vida. Serán como las tortugas que siempre llevan su caparazón a cuestas dispuestas a protegerse cualquier viento fuerte que traiga la vida.
Pero si estoy escribiendo esta reflexión es porque creo que existe una forma mucho más inteligente de entender las desilusiones.
Toda desilusión es la rotura de una ilusión. Para aquellos que se acercan al advaita (No Dualidad) saben que la vida, el mundo, todo es ilusión. La ilusión es la forma equivocada con la que conocemos la vida a través de la mente. La mente siendo un filtro de muchos colores nos muestra las cosas o las personas con diferentes escalas de ilusión. Es así que vemos a nuestros amigos a través de la mente, a través de cierto filtro de ilusiones y esperanzas que depositamos en ellos. Es así que compramos tal o cual objeto y depositamos tal o cual ilusión para que nos aporte mayor comodidad. En definitiva al usar nuestra mente es inevitable colocar sobre cosas o personas ilusiones.
¿Existe algún problema en ello? Aparentemente no, pero en realidad sí que es un problema. Toda ilusión es una proyección hacia el futuro. Aquel que se ilusiona con alguien es porque espera que en un futuro esa persona siga siempre a mi lado. Para quien se ilusiona necesita de la existencia del futuro. Estas expectativas son esperanzas puestas sobre esa persona o sobre ese objeto. Pero la vida no obedece a nuestras expectativas, la vida no obedece a nuestras ilusiones, la vida es completamente independiente a lo que nosotros pretendemos de ella. Es así que la vida será en su movimiento perpetuo la que nos romperá la ilusión al no cumplir nuestras expectativas. Nosotros sentiremos el peso de la desilusión como la bomba que cae sobre nosotros y de ahí el gran vacío que deja lleno de tristeza y soledad.
Las personas reflexivas se dan cuenta que cada desilusión en la vida es un pedacito menos de la ilusión del mundo y a la vez es la posibilidad de ver la realidad de lo que soy.
La desilusión es el dolor interior de sacarse una espina clavada en el pie, es costoso es doloroso pero es necesario para continuar. Toda ilusión sobre alguien o sobre algo es un velo y no nos hace ningún bien ver a las personas tras la falsa visión de las ilusiones.
Pero la verdad aunque cueste reconocerla es que no tenemos más que una sola forma de no hacernos ilusiones, es no emplear el proceso mental pensante. Esto sólo puede ocurrir estando en estado de presencia, cuando uno está en plena observación de aquí y ahora sin juicio ni critica de la mente. Estar en presente sin salir de sus paramentos no permite pensar porque si lo haces inmediatamente sales del presente.
La solución no es colocarnos una coraza contra las desavenencias de la vida porque no dejaremos que la vida fluya. La solución está por el contrario en dejar fluir la vida aún más de lo habitual, permitiendo que lo que llegue pueda ser vivido en ese momento y no guardado para posibles futuros.
No llegaran a ti nunca más personas amigas o enemigas porque ya no hay un pasado que nos permita reconocerlas así. Vendrán a ti personas siempre nuevas y como llegan ese día se irán ese día combinando contigo su experiencia de vida por unos instantes pero sin dejar ninguna semilla de ilusión para germinar después.
La desilusión es salir un poco más de lo que creemos para volver a la verdadera realidad de lo es y este proceso de metamorfosis es doloroso pero a la vez es muy humano, muy espiritual.
FRASES:
“La desilusión no es más que una bofetada que te da la vida para que vuelvas a la realidad”
“Las desilusiones te hacen abrir los ojos y cerrar el corazón”
“Desilusión es saber que aquella persona que daba la vida por ti, ya ni se arriesga”
“Desilusión, adversario fecundado por nosotros pero con raíces en los demás”
“Idealizar es el primer paso hacia la desilusión”
Ícaro Dedaloson