Había una vez dos ranas que se cayeron en un recipiente de crema.
Inmediatamente sintieron que se hundían; era imposible nadar o flotar mucho tiempo en ese líquido tan espeso.
Al principio las dos patalearon en la crema para llegar al borde del recipiente pero… era inútil, sólo conseguían chapotear en el mismo lugar.
Sentían que cada vez era más difícil salir de allí.
Una de ellas dijo en voz alta:
-No puedo más es imposible salir de aquí y ya que voy a morir, no veo para que prolongar este dolor. no entiendo que sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril.
Y dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.
La otra rana más persistente y más tozuda, se dijo:
-¡No hay caso! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo ya que la muerte me llegará, prefiero luchar hasta el último aliento. No quisiera morir un segundo antes de que llegue mi hora.
Y siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro. ¡Horas y horas!!!
Y de pronto… de tanto patalear y agitar sus patitas, la crema se transformó en manteca.
La rana sorprendida dio un salto y patinando llegó hasta el borde del pote. desde allí, sólo le quedaba ir croando alegremente de regreso a casa.
Reflexión:
No dejes de hacer algo que sientes necesario sin haber agotado todas las posibilidades para hacerlo. Si te rindes antes de tiempo es porque la mente te ha convencido para ello. Escucha a tu conciencia en el instante que estas y no la confundas con las argumentaciones fatalistas de la mente.
Por otro lado ten constancia en tu objetivo y seguro veras resultados.