Un hombre: fue al mercado y llegó a una tienda donde vio un pollo colgado.
-¿Cuánto pesa? -preguntó al pollero.
-Dos quilos y medio -contestó.
-¿No tiene uno más grande? -volvió a preguntar el cliente.
-Voy a mirar -respondió el pollero.
El tendero sólo tenía aquel pollo, pero no deseaba perder la venta, así que entró en la trastienda y al minuto volvió con el mismo pollo en las manos.
-Señor, éste otro pesa tres kilos -anunció.
-Muy bien -dijo el cliente, satisfecho-. ¡Póngame los dos!
Libro: Los mejores cuentos espirituales