El ÉXTASIS MÍSTICO no es la liberación FINAL pero apunta a ella

Algunos anacoretas cavernarios, a base de rigurosas disciplinas, llegaron al Éxtasis de los santos y fueron llevados a los Cielos, donde vieron y oyeron cosas que a los seres humanos no les es dable comprender; sin embargo, los Yoes continuaron existiendo en su interior.

Lo importante, ciertamente, es experimentar la Verdad. La Verdad está en el Vacío Iluminador.

NO PUEDE SER DESCRITA LA VERDAD, no puede ser explicada; cada cual tiene que experimentarla por sí mismo, a través de la Técnica de la Meditación. En el Vacío Iluminador experimentamos la Verdad; ése es un elemento que nos transforma radicalmente.

Resulta prodigiosa la experiencia de la Verdad a través de la Meditación. Si uno ha experimentado la Verdad, se siente con FUERZA PARA PERSEVERAR en el trabajo sobre sí mismo.

Brillantes autores han hablado sobre el trabajo sobre el sí mismo, sobre el Yo, sobre el mí mismo. Y es obvio que han hecho bien en haber hablado así, mas han olvidado algo: LA EXPERIENCIA DE LA VERDAD.

En tanto uno no haya experimentado lo Real, no se siente reconfortado, no se siente con fuerzas suficientes como para trabajar sobre el sí mismo, sobre el Yo mismo. Cuando uno de verdad ha pasado por tal Experiencia Mística, es diferente: NADA LO PUEDE DETENER EN SU ANHELO POR LA LIBERACIÓN; trabajará incansablemente sobre sí mismo, para conseguir de verdad un cambio radical, total y definitivo.

Ahora comprenderán ustedes, mis queridos amigos, por qué es tan indispensable la Sala de Meditación

Sucede que el pobre “animal intelectual” es débil por naturaleza y se encuentra colocado en una situación completamente desventajosa: el Ego es demasiado fuerte y la Personalidad terriblemente débil. Dejado así, solo, apenas sí puede caminar. Necesita de algo que lo anime al trabajo, necesita de un apoyo íntimo. Esto solamente es posible mediante la Meditación.

No quiero decir que todos, de un solo golpe de hoz, vayan a experimentar el Vacío Iluminador.

Obviamente, hay que llegar a esa experiencia a través de distintos grados. El devoto irá sintiendo, cada vez más, el impulso íntimo del Ser; tendrá diversas vivencias más o menos lúcidas, y por último, un día llegará en que tendrá la mejor de las vivencias: La Experiencia Directa de la Gran Realidad; entonces recibirá el Tao.

Incuestionablemente, la Esencia puede escaparse del Yo a base de rigurosas disciplinas y gozar del Éxtasis, empero después de la dicha retorna al interior del Mí mismo.
Quienes se han acostumbrado al Éxtasis sin haber disuelto el Ego creen que ya alcanzaron la Liberación, se autoengañan creyéndose Maestros, y hasta ingresan a la involución sumergida.
Jamás nos pronunciaríamos contra el arrobamiento místico, contra el Éxtasis y la felicidad del Alma en ausencia del Ego. Solo queremos poner énfasis en la necesidad de disolver Yoes para lograr la Liberación final.
La Esencia de cualquier anacoreta disciplinado acostumbrado a escaparse del Yo, repite tal hazaña después de la muerte del cuerpo físico, goza por un tiempo del Éxtasis y luego vuelve como el genio de la lámpara de Aladino al interior de la botella, al Ego, al Mí mismo.
Entonces no le queda más remedio que retornar a un nuevo cuerpo físico con el propósito de repetir su vida sobre el tapete de la existencia.

 

Samael Aun Weor

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