En la religión cristiana la Semana Santa es una fiesta muy especial pues se celebra la muerte y resurrección de Jesús. Hoy se hace muy curioso que vivimos confinados en casa camino de cumplir la cuarentena, o sea 40 días, prácticamente desde carnaval, vamos lo que viene siendo la cuaresma.
Para quien anda un poco perdido o no recuerda que es la cuaresma podemos resumirlo como los 40 días que Jesús pasó sólo en el desierto. Como festividad cristiana pongo palabras própias del cristianismo y se explica así:
La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios.
En OMNIA IN UNO escribimos un artículo más extenso hace unos años sobre la cuaresma y sus símbolos aquí y no quiero repetirme por ello. Sencillamente me parece muy interesante resaltar no la cuaresma como el acto penitente de un cristiano, sino que hoy pareciese coincidir cuaresma y cuarentena.
Quiero resaltar antes de terminar este artículo que Jesús marchó al desierto esos 40 días, marcado símbolo de aislamiento y separación de los demás, más o menos lo que hoy por obligación y civismo tenemos que hacer para no expandir el coronavirus. El desierto es lugar de vacío, árido, despoblado, sin vegetación, sin agua, sin vida. Es salir de la comodidad, del confort de la acción continuada, de tus labores profesionales, de tus compromisos sociales para dejarte caer en el desnudo vacío de ti. Nada se vive en en el desierto mas que la contemplación y la separación, pero no nos confundamos cuarentena es un aislamiento “forzado”, cuaresma y el desierto de la contemplación es un aislamiento necesario del interior mismo de una persona.
Cuarentena llega a curar los virus, cuaresma llega a curar el alma dolorida.
Icaro Dedaloson