Publicado en 1902, en Rusia, Los Protocolos de los Sabios de Sión atacaba directamente al pueblo judío, señalando hipotéticos cónclaves y reuniones secretas de los llamados Sabios de Sión, detallando sus planes para el dominio mundial, planes que comenzaban por tomar control de la masonería y el comunismo, y, a partir de allí, construir una larga espiral hacia el control total de la economía mundial.
Los Protocolos de los Sabios de Sión está dividido en 24 capítulos, o protocolos, cuyos temas centrales son:
Falsa libertad política.
Estimulación de lo subversivo en el arte y la ciencia.
Guerras económicas.
Guerras mundiales y conflictos internos.
Revoluciones.
Falsos derechos para el pueblo masas.
Establecimiento del comunismo.
Control de los medios de prensa.
Corrupción en la política gentil.
Constituciones frágiles.
Educación basada en principios falsos.
Promoción de distracciones (juegos, entretenimientos, deporte)
Culto al dinero.
Control de la economía mediante la especulación.
Monopolios.
Gobierno mundial.
Destrucción de nacionalidades y diversidad de monedas.
Este repaso somero de los tópicos expuestos en Los Protocolos de Sión deja en claro las razones por las que se expandió con tanta facilidad alrededor del mundo.
¿Consecuencias directas de Los Protocolos de Sión? 60.000 judíos asesinados en Rusia y, tal vez la peor y más terrible de todas, su utilización por parte del nacionalsocialismo.
Desde 1921 Adolf Hitler incorporó a Los Protocolos de Sión en sus discursos, cuya lectura y análisis fue determinante para enceder su odio. Luego, con el ascenso del nazismo, se convirtieron en tema de estudio en las escuelas alemanas, sirviendo como una especie de legalización del genocidio. Después de Mein Kampf, Los Protocolos se convirtieron en el libro de cabecera de las Juventudes Hitlerianas. Incluso el mismísimo Goebbels señala en sus diarios personales sobre la utilidad de Los Protocolos de Sión como herramienta de propaganda antisemita, y apunta que Hitler creía firmemente en su autenticidad, comentario que deja en claro que él mismo, así como otros miembros de la cúpula nazi, conocían se trataba de una falsificación.
También en 1921 Los Protocolos de los Sabios de Sión cruzaron el océano. Henry Ford, millonario de enorme influencia, los difundió ampliamente por muchísimas publicaciones y periódicos supuestamente serios. También financió varias ediciones de Los Protocolos de Sión, y fundó una publicación independiente llamada The Dearborn Independent, donde se denunciaba semanalmente, y a un costo accesible para el antisemita de clase media, la existencia de un complot mundial organizado por los judíos. Años después, antologizó sus artículos en cuatro volúmenes de un libro abominable: El judío internacional, que fracasó en los Estados Unidos pero que tuvo un éxito rotundo en Europa.
No es necesario retroceder en el tiempo para apreciar la influencia de Los Protocolos de los Sabios de Sión. Hoy en día existen muchos sitios dedicados a explotar el odio, el antisemitismo, el racismo, y toda una amplia gama de ideologías nefastas, contrarias a la razón y enemistadas con la lógica más básica. A todos nos gusta desentrañar los misterios de alguna teoría conspirativa, aunque en el caso de Los Protocolos esa teoría llevó a la muerte y tortura de millones de personas, cimentando el mayor genocidio de la historia moderna. Lo terrible, quizás, es la supervivencia de estas teorías, de que los Protocoloscontinúen, aún hoy, siendo considerados como reales por decenas de miles de fanáticos, si no más, y que, al igual que en el pasado, sirva como caldo de cultivo para los odios más viscerales y aberrantes de nuestra sociedad.
Personalmente siempre creí muy veraces “Los protocolos de los sabios de Sión”. Para mí fue el libro más comprometido de la historia política y hasta hoy diría que se cumplen cada uno de ellos por tener tanta semejanza a lo que vemos social, economica o geopolíticamente. Sin embargo después de estudiar un poco su história me doy cuenta de si TOTAL FALSEDAD. El libro de Will Eisner es el más gráfico y claro en exponer el origen de los textos más controvertidos de la historia moderna.
Prólogo del libro “La conspiración” de Will Eisner y algunas de sus más importantes páginas que demuestran la verdadera historia de los Protocolos de los Sabios de Sión.
El aspecto más extraordinario de los Protocolos de los Sabios de Sión no es tanto la historia de su creación como la de su recepción.
Hoy en día se sabe que se trata de una farsa que construyeron la policía y los servicios secretos de al menos tres países, a partir de un collage de distintos textos. Will Eisner lo cuenta de principio a fin tornando en cuenta la investigación más reciente.
En uno de mis ensayos cito fuentes que los expertos no habían tenido en cuenta: por ejemplo, que el “Plan Judío” de los Protocolos para conquistar el mundo sigue, casi de forma literal en algunos casos, el plan jesuita que contó Eugene Sue primero en El judío errante (1844-45) y después en Los misterios del pueblo (1849-57). Las similitudes son tan grandes que me invade la tentación de concluir que el propio Maurice Josy (el escritor satírico francés cuyo panfleto Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu, publicado en 1864, está considerado el predecesor directo de Protocolos y es un personaje destacado en La conspiración de Eisner) se inspiró en las novelas de Sue.
Pero aún hay más. Los estudiosos de los Protocolos reconstruyeron previamente la historia de Hermann Gidsche que, en su novela Biarritz, escrita en 1868 y firmada con el seudónimo de Sir John Retcliffe, narra cómo se reunieron las doce tribus de Israel en el cementerio de Praga para urdir la conquista del mundo. Cinco años después, en un panfleto ruso (Los judíos, amos del mundo), la versión ficticia de Gidsche se relata como si de verdad hubiera ocurrido.
En 1881 Le contemporain reeditó la historia y aseguró que procedía de una fuente fidedigna: quién sino el diplomático británico Sir John Reacicliff. En 1896, también Francois Bournand incluye los argumentos del Gran Rabino (que esta vez aparece como John Readclif) en su libro Los Judíos, nuestros contemporáneos. Pero nadie reparó en que lo único que había hecho Gidsche era copiar un pasaje de Joseph Baícamo (1849), del novelista francés Alejandro Dumas. En su trabajo, Dumas describe una reunión entre Cagliostro y otros conspiradores masónicos, en el transcurso de la cual esbozan el Misterio del Collar de Diamantes de 1785 y, en el marco del escándalo, crean el clima adecuado para la Revolución Francesa.
Este mosaico de obras casi enteramente ficticias convierte Los protocolos en un texto incoherente que revela sin dificultad su origen, que es la invención. Apenas resulta creíble, a no ser en un folletón o en una ópera, que “los malos” expresen sus maléficos planes de forma tan franca y descarada, como para declarar, como declaran los Antiguos de Sión, que su “ambición es ilimitada, un rencor voraz, un deseo despiadado de venganza y un odio intenso”. Los protocolos se interpretó al principio como un texto serio por una única razón: lo presentaron como una revelación escandalosa procedente de fuentes dignas de confianza. Pero lo que parece increíble es la forma en que esa farsa resurgía de sus cenizas cada vez que alguien demostraba que era, sin lugar a dudas, una farsa. En esos casos la “novela de Los protocolos” empieza de veras a sonar a ficción. Tras la publicación, en 1921, en el Times de Londres, de un artículo en el que se constataba que Los protocolos era un plagio, y cada vez que alguna fuente de peso confirmaba la naturaleza espuria de la obra, alguien volvía a publicarla reivindicando su autenticidad. Y en la actualidad la historia sigue candente en Internet. Es como si, después de Copérnico, de Galileo y de Kepler, uno debiera seguir publicando libros de texto que afirmasen que el Sol gira alrededor de la Tierra.
¿Cómo se puede explicar la capacidad de negación de toda prueba, y la atracción perversa que el libro ejerce aún hoy? La respuesta nos la da la obra de Nesta Webster, un autora antisemita que dedicó su vida a defender este relato del plan Judío. En sus Secret Societies y Subversive Movements, parece estar bien informada y conoce la historia al completo tal y corno Eisner la narra aquí, pero la conclusión que extrae es ésta:
La única opinión que me he formado es que, genuinos o no, Los protocolos representan el programa de una revolución mundial, y que en vista de su naturaleza profética y de su extraordinario parecido con los protocolos de ciertas sociedades del pasado, constituye el trabajo de esas sociedades mismas o de alguien profundamente versado en las tradiciones de la sociedad secreta y capaz de reproducir sus ideas y su fraseología.
Su razonamiento es impecable: “dado que Los protocolos dicen lo que yo decía en mi historia, la corroboran”, o: “Los protocolos confirman la historia que yo creé partiendo de ellos, y por lo tanto son auténticos”. O mejor aún: “Los protocolos podrían ser falsos, pero expresan exactamente lo que los judíos piensan y por lo tanto deben ser considerados auténticos”. En otras palabras, no es que Los protocolos infundan antisemitismo, sino que la necesidad profunda que tiene la gente de identificar a un enemigo les empuja a creer en la obra.
Me parece que, pese a este valeroso libro de Will Eisner, la historia toca a su fin. Pero eso no quita que sea una historia que valga la pena contar, pues debemos luchar contra la Gran Mentira y el odio que genera.
Umberto Eco Milán (Italia)
Diciembre de 2005
Prologo del libro de Will Eisner: La conspiración
Algunas páginas del libro…