La otra vida de Cameron Macaulay 5/5 (1)

Hola, me llamo Cameron Macaulay y tengo diez años, aunque mis recuerdos infantiles son cincuenta años más viejos que yo. Vivo en Glasgow, en Escocia, y los mayores dicen que mis recuerdos son algo muy especial aunque a mí me parecen más dolorosos que alegres.

Mi mamá Norma y yo
Cuando comencé a hablar, con dos años, pude por fin contarle a mi mamá de ahora, Norma, como era mi otra mamá. Le conté como era mi otra casa, en la isla de Barra, donde los aviones aterrizaban en la playa y yo los podía ver desde la habitación de nuestra casita blanca.
Mi mamá pensaba me decía que yo tenía mucha imaginación, aunque yo no entendía muy bien que quería decir con eso. Fui creciendo y cada vez tenía más recuerdos de mi otra casa. Recuerdo que tenía tres baños, y le decía a mi mamá que era mucho mejor que tener tan solo uno, como ahora. También le decía que con mi otra familia tenía un precioso perro blanco y negro que jugaba mucho conmigo y con mis hermanos. Recordaba también el precioso pelo de mi otra madre, moviéndose con la brisa marina mientras nos observaba jugando en la arena de la playa. También recordaba mucho a mi otro padre, Shane Robertson, con su pelo de punta y sus pantalones cortos que murió por no mirar a los dos lados.
Un día mi mamá trajo a casa a un hombre para que le contara todo lo que recordaba, se llamaba Jim Tucker y mi mamá decía que él era el que más sabía de recuerdos como los míos. Hablamos mucho, él me preguntaba cosas y yo le contestaba. A los pocos días mi mamá y el señor Tucker me dieron una gran sorpresa; me dijeron que íbamos a volar a la Isla de Barra, ¡A mi otra casa!
Y así lo hicimos al poco tiempo, yo tenía seis años y era la primera vez que iba a volver a mi otra casa.
¡Mira mamá! ¿Ves como vamos a aterrizar en la playa?
Recuerdo que me alegré mucho al llegar a la isla, pronto volvería a ver a mis hermanitos y a mi otra mamá. Seguro que se alegrarían un montón de volver a verme y me preguntarían donde había estado todo este tiempo. Le decía a mi mamá, Norma, que ya vería como se llevaba muy bien con mi otra mamá. Estaba convencido de eso.
Dormimos en un hotel y por la mañana fuimos recorriendo la playa. Cuando a lo lejos vi mi casita blanca me emocioné muchísimo, pero cuando llegamos me entró una pena muy grande, porque mi familia ya no estaba allí. La casa estaba muy vieja y vacía, como si nadie hubiese vivido allí en mucho tiempo. Dentro también había muebles y cosas diferentes a las de mi familia. Le conté a mi madre cual era mi habitación y le enseñé la puerta secreta por donde salíamos mis hermanos y yo a la playa. Me dejaron un rato para que recorriera toda la casa, pero no me pude quedar mucho rato. Teníamos que volver a Glasgow.
Mi mamá y el señor Tucker me explicaron que a algunas personas les pasa lo que a mí, que tienen recuerdos de gente que ya no está, que hace muchos años que vivieron, y que no me preocupe por ellos, porque seguro que como yo, ahora tienen otras vidas. También dicen que cuando me haga mayor, poco a poco, me iré olvidando de esos recuerdos, aunque yo creo me acordaré siempre de mi otra familia. Una vez, mi mejor amigo me preguntó lo que nos pasa al morir y yo le dije lo único que sé; no pasa nada porque te mueras, volverás a renacer.

 

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