La teoría de que vivimos en un “MATRIX”, la ciencia la toma muy en consideración 5/5 (1)

  • Varios filósofos, científicos y empresarios abrazan la idea de que la evolución de la realidad virtual haya desembocado ya en un escenario ‘Matrix’.
  • “Es posible que en el futuro no existan limitaciones tecnológicas y se consiga imitar el estímulo de los sentidos”, explica la filósofa Ana Cuevas.
  • Edgar Martín-Blas, CEO de la empresa New Horizons VR, apoya la hipótesis: “En 10 años el cerebro no podrá distinguir el mundo real del virtual”.
  • A FONDO: La realidad virtual deja de ser cosa de ciencia ficción.

Que la realidad virtual ha venido para quedarse, es un hecho irrefutable. Basta acudir a las ferias tecnológicas para comprobar los avances en esta materia. Pero que vivamos en un mundo inventado, en una realidad paralela, es una teoría más alocada que, sin embargo, cada vez valoran con más aceptación desde el mundo científico, filosófico y hasta empresarial.

Si hace unos meses fue el emprendedor Elon Musk —fundador de Tesla y del programa espacial Space-X— el que consideraba que podríamos estar viviendo en una realidad creada de forma virtual, esta vez son los directivos de Bank of America Merrill Lynch quienes consideran que existe “de un 20% a un 50% de posibilidades de estar viviendo en un mundo simulado”. Es decir, en una realidad tipo ‘Matrix’.

La idea se plasma en una presentación que la entidad financiera ha entregado a sus clientes para explicar los retos futuros del banco. Y sitúa a este mundo de Matrix como uno de ellos al mismo nivel que el ascenso de los millenials, la transformación de la industria o el avance de la inteligencia artificial.

“Es factible que con los avances de la inteligencia artificial, la realidad virtual y el poder computacional, los miembros de futuras civilizaciones puedan haber decidido desarrollar una simulación de sus antecesores“, advierte el informe que va en línea con lo expresado por Musk, aunque el empresario de origen sudafricano matizaba que las posibilidades de que este ‘matrix’ existiese eran de “una entre un billón”.

La teoría, sin embargo, no es nueva. “La idea de la simulación, que nuestra vida sea producto de un sueño y nuestras experiencias solo sean imaginadas, es una hipótesis antiquísima en la filosofía”, explica Ana Cuevas Badallo, profesora titular de Filosofía de la Ciencia y la Tecnología en la Universidad de Salamanca. Según esta experta,la hipótesis de un Matrix que diseñe nuestra realidad no es una locura. “Es una teoría que se usa ahora mucho en filosofía; es posible que en el futuro no existan limitaciones tecnológicas y se consiga imitar el estímulo de los sentidos”.

Prestigiosos filósofos (como el profesor de Oxford Nick Bostrom) y científicos (como el astrofísico Neil DeGrasse Tyson) contemplan esta teoría como un escenario factible: que vivamos, como sucede en la película de los hermanos Wachowski, en una realidad creada por seres futuros y con herramientas que aún desconocemos.

“Yo también creo que podríamos estar viviendo ahora en una realidad imaginada y quepercibimos un holograma generado de forma expansiva“, afirma Edgar Martín-Blas, CEO de la compañía española New Horizons VR que ha facturado, en poco más un año de vida, hasta 1,5 millones de euros a 28 clientes internacionales en soluciones de realidad virtual. Entre ellos, algunos como Ferrari, Orange, Movistar, Seur, Vice o Budweiser.

“Comparto la idea porque en este campo de la realidad virtual están pasando cosas increíbles. Y lo que viene es algo muy gordo”, advierte Martín-Blas. Y es que esta ola de realidad virtual forma parte de otra mayor: la “realidad mixta“. Lo virtual, mezclado con lo real.

La empresa estadounidense Magic Leap, de hecho, trabaja en una gafa que mezcla ambos mundos. “Con su prototipo, el usuario, entre dos tazas de café, ¡es incapaz de reconocer cuál es la real y cuál un holograma!”, exclama Martín-Blas; “así que con el desarrollo tecnológico actual, en 10 años el cerebro no será capaz de distinguir ambos mundos, el real y el virtual, porque es un órgano que acepta como realidad cualquier cosa siempre que tenga ciertos parámetros de volumetría, imagen y distancia“.

La realidad, como reconstrucción del cerebro

Porque en el fondo, todo depende del cerebro. En eso coinciden tanto Martín-Blas como la filósofa Ana Cuevas. “Al final, todo se reduce a la interpretación que realiza nuestro cerebro de lo que percibimos”, apunta esta experta en filosofía científica.

“La realidad no es más que una reconstrucción que nuestro cerebro hace del mundo. Y es una percepción individual, aunque todos compartamos una experiencia parecida”. 

Aquí entra una de las dos grandes pegas a la hipótesis de la simulación. Si la percepción es individual y depende de cada cerebro, ¿cómo se explica la experiencia compartida? ¿La realidad sería la misma para todos en un universo virtual? ¿Sería posible salirnos de este mundo virtual y alcanzar el real, como Neo en la película de los Wachowski? Y sobre todo, ¿quién lo estaría coordinando? ¿Ganaría peso la hipótesis de un Dios creador?

“No necesariamente”, dice Cuevas. “No es necesaria la existencia de un ser sobrenatural, porque al final, la etiqueta Dios sirve para nombrar aquello que coordina la realidad. Puede ser una inteligencia artificial, como en Matrix. O como decía el filósofo Descartes, un ‘dios maligno’ que nos hace autoengañarnos y que nos impide el acceso al otro plano de realidad”.

Una idea indemostrable… de momento

El astrónomo y divulgador científico estadounidense Carl Sagan afirmaba que “la supresión de las ideas incómodas se daban en la religión y en la política, pero no es el camino hacia el conocimiento”. De momento la hipótesis de la realidad virtual no tiene ninguna prueba de su certeza. Y esta, no deja de ser una de esas “ideas incómodas” que, según Sagan, la ciencia todavía no ha podido demostrar.

“Es que es indemostrable”, considera Ana Cuevas. “La hipótesis de la simulación, como la del multiverso [la existencia de varios universos paralelos] es un juego filosófico imposible de comprobar. Un juego intelectual. Pero no puede ser catalogada como hipótesis científica porque, para adquirir este estatus, deber ser capaz de demostrarse. Y en esta caso no es comprobable…  salvo que tomemos la famosa píldora roja“.

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